Las pinturas rupestres esquemáticas del abrigo de La Higuera (Otiñar, Jaén)
Javier Carrasco Rus
P. Castañeda Navarro
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
J. CARRASCO RUS
P. CASTAimDA NAVARRO
(Granada)
LAS PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
DEL ABRIGO DE « LA HIGUERA»
(Otilf\ar, Jaén)
1
INTRODUCCION
Damos noticias en este pequeño estudio de uno de los abrigos con
pinturas rupestres esquemáticas descubierto.en nuestras prospecciones arqueológicas por la provincia de Jaén (1).
En la investigación sistemática que se ha planteado sobre la Prehistoria del Alto Guadalquivir, la pintura rupestre esquemática ocupa
un lugar especial, derivado de su tradición y estudios peninsulares
dedicados a ella (2). Uno de nuestros fmes primordiales es la revisión
de estos estudios, comprobándolos sobre el terreno. En especial los
que se han dedicado a Sierra Morena y su entorno geográfico. Como
avance podemos indicar que se han obtenido cerca de un centenar de
nuevos calcos bien documentados, los cuales han puesto de manifiesto la poca veracidad de muchos de los conocidos por la bibliografía
clásica. Otro punto importante en esta investigación de conjunto era
la prospección de buena parte del Subbético jiennense, del cual sólo se
conocía desde antiguo la «Cueva de las Grajas» (Jimena) (3) y el «Collado del Guijarral» (Segura de la Sierra) (4), siendo lógica la existencia
lll En la actualidad se han revisado bastantes abrigos con pinturas conocido$ desde antiguo en Sierra Morena, habiéndose descubierto otros inéditos. En las Sierras Subbéticas, se
han localizado nuevas pinturas y abundantes yacimientos arqueológicos.
121 Es evidente que la provincia de Jaén en la bibliografla arqueológica antigua era cono~
cida principalmente por sus pinturas de Sierra Morena.
(3) F. VALLADAR: «La Cueva de la Grlij&J. Alhambra, Xlll, núm. 301, págs. 426-427. M.
GOMEZ MORENO : cPictograflas andaluzaS». An. Inst. Est. Cat. Barcelona, 1908, págs. 89102. H. BREUIL: eLes peintures rupestres schématiques de la PeninsuJe IbérlqueJ. Vol. IV,
pág. s , Lám. n. Lagny, 1933-35.
(4) J . SANCHEZ JIMENEZ: «Pinturas rupestres de "Collado de Guijarral", Segura de la
Sierra (Jaén)J. Not. Arq. Hisp., m y IV. Madrid, 1954-55, págs. 5-8.
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CARRASCO Y CASTA.&BDA
de más abrigos con pinturas. Así nos lo hacia pensar la abundancia de
pinturas del Subbético en Granada (5) y Córdoba (6) y ser estas sierras
uno de los ejes de progresión de la pintura esquemática (7).
Las prospecciones en el Subbético, se han centrado en la transversal Frailes-Jaén, poniéndose al descubierto por lo menos cinco cuevas
con cerámicas impresas e incisas, varios yacimientos eneoliticos de
superficie, un megalito y más de una docena de abrigos con pinturas,
entre otros.
El abrigo del que a continuación damos cuenta, fue localizado estando realizando los calcos de la Cueva del Plato (8) e intentar descendex...al cal,lG!3. del. Q~e.J:lrru~q (fig . .1l y ;retp.on.~B!l~ rlo arrib~, para
comprobar algunos abrigos que se divisaban desde la carretera situada frente por frente.
II
DESCRIPCION
Se sitúa en el Cerro de la Pandera (fig. 2) a media altura y muy·
cerca de los tajos que se cortan a pico sobre el Quiebrajano (Lám. 1,
fig. 1), en up recodo de los afloramientos calizos y realizado posiblemente por una fuerte erosión eólica.
Sus dimensiones son las siguientes: altura máxima desde las cornisa hasta el escalón en donde se efectuaron las pinturas 6 metros;
longitud máxima 15'5 metros. Las pinturas se hallan a lo largo del estrecho banco que transcurre cerca de la base del abrigo, ocupando
una extensión de 1'5 x O' 80 metros.
(5) - Especialmente ver: M. GARCIA SANCHEZ, y J . CARRASCO RUS: «Las pinturas esquemáticas de la " Cal"'ada de Corcuela", en Moclúu. Cuadernos de Arte. Universidad de Granada, XII-24- 1975. Granada, 1975, págs. 183-208. M. GARCIA SANCHEZ y M. PELLICER CATALAN: «Nuevas pinturas esquemáticas en la provincia de Gran.ada». Ampurias, XXI. Barce·
lona, 1959, págs. 165- 182.
(6) J . BERNIER y J . FORTEA: «Nuevas pinturas rupestres esquemáticas en la provincia
de Córdoba. Avance a su estudio». Zephyrus, XIX-XX. Salamanca, 1968-69, págs. 143- 164. J .
FORTEA y J . BERNIER: «Las pinturas esquemáticas de la Cueva de Cholones, en Z8Rrilla
(Priego, Córdoba)t. XI Congreso Nacional de Arqueologfa (Mérida, 1969). Zaragoza, 1970,
págs. 298-301.
(7) P. ACOSTA: cLa pintura rupestre esquemática en Espal"'u. Mem. del Sem. Preh. y
Arq., Salamanca, 1968. Mapa 2.
(81 J . CARRASCO RUS y P. CASTAíffiDA NAVARRO: «Avance al estudio de las pinturas
esquemáticas de la Cueva del Plato. Panel cAt (Ot.iñar, Jaén}». Zephyrus (en prensa).
J. CARRASCO RUS et alll: «Las pinturas rupestres esquemáticas del Cerro del Panderón
(Ot.iñar, Jaén)». Boletin del Instituto de Estudios Jiennenses (en prensa).
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ABIUGO DE LA m GUERA
3
Garganta del Ouiebrajano
......................................... 8 ...852 W
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1
·N 852· E
*""·
J •Dogger
1
L _ •Lias Medio Superior
3 4
L _ •L{as Inferior
1 2
:::Km .11, 5 de Jaén al Quiebrajano
Fig. 1. - Corte geol6gico del sector ele la CUeva del Plato y del Abrigo de la Higuera
41
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4
CARRASCO Y CASTA:&lmA
Fig. 2. - 1: Cueva del Plato; 2: Panel cnterion; 3: Abrigo de la Higuera; 4: Cueva de los Solea; 5 : Abrigo del Poyo de la Mina; 8: Abrigo de loa Berreroa; 7 : Megalito; 8: Poblado Neo-
eneolitico
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ABRIGO DB LA mGUltRA
5
No presenta ningún tipo de relleno, ni condiciones para haber sido
habitado temporalmente, estando todo él recubierto por una pátina
escurridiza (fig. 3).
III
LOCALIZACION GEOGRAFICA Y ACCESOS
El abrigo de «La Higuera» se ubica en el sur de Jaén, por la carrete~f:i..~~ trª~~qw.::r~ ~~ ~§tª..9.~P.Ual ~ ~~.~!)~ 4~. 9J~~~l>r.~j-ªp.Q_{Q J~é.P.l.
en la ladera este de los materiales que forman la garganta que da acceso al valle de Otiñar. Sus coordenadas U.T.M. son 30 SVG 332722,
del mapa 19-38-(947) (Jaén) a escala 1:50.000 del Servicio Geográfico
del Ejército (9).
Para llegar al mismo, el camino más sencillo es tomar desde la carretera del embalse y antes de llegar a la garganta, la pista que existe
a la casa de la <
la Guardia, ir a las proximidades del cortijo de la Vereda o al de la Encina, 1'5 Km. al N-NE de la cueva, y desde alli ascender a pie, hasta el
sur, evitando los cortados del borde del río para luego pasar por la
Cueva del Plato y descender ligeramente hacia él.
IV
SITUACION GEOLOGICA
Los materiales en los que está formado el abrigo de «La Higuera»,
pertenecen al Subbético Externo, en concreto a la unidad GrajalesPandera, así llamada por ser el nombre de los montes más altos que
existen en la misma. Esta unidad llega desde el Valle de Valdepeñas
de Jaén a las proximidades de la capital y está formada casi por completo por materiales del Secundario, fundamentalmente del Jurásico.
El espesor del conjunto de los materiales· jurásicos oscila entre
unos 1.000 m. y 1.400 m., según los distintos sectores que se consideren. Este espesor corresponde a distintos materiales. Así dentro del
(9) El informe geológico ha sido realizado por don Carlos Sanz. de Galdeano Equiza, profesor acljunto del Departamento de Geotectó.nica de. la Facultad de Ciencias de la Universidad
de Granada.
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CARRASCO Y CAST~A
Cueva de la Hls!.!.!!!!
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•
1
•
Fig. 3. - Planta y alzado del Abrigo de la Higuera
-
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ABRIGO DE LA MGUBBA
7
Jurásico siempre el Lías inferior está formado por dolomías y calizas
con un espesor variable de 600 a 1.000 m. El Lías medio y superior
está formado por margas y margocalizas (casi 200 m.).
El Dogger presenta i:nargocalizas y calizas beige y rojas en la base
y encima aparecen calizas ooliticas y pisoliticas blancas, localmente
con nódulos de sílex. Los estratos son de espesor variable, de más de 1
m. a casi tableados, o sea de pocos centímetros de espesor. Se puede
estimar una media de unos 40-50 cm. de espesor por banco. En el sector del abrigo estudiado, el conjunto de las del Dogger tiene un espesor de 200-240 m.
?
Encima del Dogger aparecen unas calizas rojas de .~~os . .O _m~---~~
·espesor·tcitíil, · üyá" a d"e· ·Marm, · uf rféas ·aii f'6si1es (ammonites).
c
ed'
s
m
Tanto en los materiales del Lías inferior, sobre todo las calizas del
techo, como en los del Dogger (calizas) se forman con facilidad cuevas, así como distintos rasgos propios del modelado kárstico. Por esta
razón son muy numerosas igual que las grietas y simas en los relieves
de la unidad de la Pandera, sobre todo si se tiene en cuenta, como ya
se ha indicado, que la mayor parte de los materiales corresponden a
calizas y dolomías. Estas son por otra parte, las que dan los más fuertes relieves en razón de su resistencia a la erosión fisica.
El «abrigo de la Higuer8lt se encuentra situado en las calizas ooliticas y pisoliticas del Dogger y su posición en la estructura 'de este sector puede verse en la fig. l . Es decir, en este sector la unidad forma un
sinclinal de dirección aproximada N20° W cuyo núcleo está ocupado
por las calizas del Dogger. Este núcleo es muy amplio y forma una flexura en rodilla.en su parte oriental próxima a la garganta del Ouiebrajano. El abrigo se encuentra a pocos metros de la charnela de esta
flexura, pero ya en su parte occidental como se indica en la fig. l.
En este mismo sector existen otras muchas cuevas, algunas de las
cuales se encuentran en el mismo paredón de la garganta del Ouiebrajano y son de muy dificil acceso, pues el rfo que circulaba por esta
artesa sinclinal cortó a pico esta ladera. En el caso del abrigo de la
«Higuera», se sitúa entre la repisa en donde está la «Cueva del Plato>>
(10) y el paredón propiamente dicho.
El abrigo se halla a unos 675 metros sobre el nivel del mar (fig. 2).
(10) Bn los abrigos y yacimientos que verem.os a continuación existen dos yacimientos
con el mismo nombre: Cueva del Plato. Uno se ubica en Castillo de Locubin y corresponde a
una cueva con materiales n.aol1ticos y el2.0 , que es al que estamos haciendo alusión, es una
reja con pinturas, situada por encima del rabrigo de la Biguer&J.
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8
CARRASCO Y CASTABlmA
V
CONSERVACION DE LAS PINTURAS
Las pinturas en su mayoría se conservan perfectamente, habiéndose comprobado la existencia de dos tipos de coloraciones: negro y
rojo.
El negro solamente fue utilizado para algunos motivos de puntos
(parte inferior izquierda del panel fig. 4), no existiendo superposición
comprobada con los motivos en rojq que son la mayoría.
.. .. . Las_pin~w.~s-~P...~.ª~· c.~~~ !laz.i ~.~.4.~ .,eoco atacadas por los materiales ferruginosos que llevan en suspensión
a" iúís" c"omo"süele.. oeug ;·
rrir con la mayoría de las que están realizadas en los relieves calcáreos (11 ).
Para la obtención del calco, humedecimos las figuras ligeramente
con un atomizador fino. de agua, cuidando de no frotarlas, para luego
calcarlas directamente con papel transparente. Además el abrigo fue
documentado con fotografias de rayos infrarrojos y diapositivas.
Todas las figuras están efectuadas con la técnica del trazo uniforme y pintura regularmente absorbida. La tinta es plana y las pinceladas muy seguras, sólo alteradas por las rugosidades de. la roca.
las
VI
DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Por su situación en el abrigo se pueden distinguir tres conjuntos
en las pinturas reflejadas: «a», «b» y «C» (fig. 4).
En el grupo «a» compuesto por cuatro figuras y un conjunto de 20
trazos o puntos irregularmente dispuestos, alternando los de color negro y rojo oscuro. El tamaño de los motivos oscila entre los 18 cm. del
antropomorfo central y los apenas 8 cm. de algunos de los puntos.
El grupo m», está compuesto por tres grupos de puntos o trazos y
tres figuras claramente delimitadas. Todas en color rojo oscuro. Las
dimensiones oscilan entre los 15 cm. de uno de los antropomorfos y
los 7 cm. de uno de los puntos.
El grupo «C» lo componen cuatro antropomorfos, un pequeño círculo y dos grupos de puntos. Las dimensiones oscilan entre los 16 cm. de
uno de los antropomorfos y los 6 cm. de uno de los puntos (fig. 4).
(11) GAl\CIA y CARRASCO, op. cit. not. 5 , pág. 184 y es.
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C UEVA Dt: LA HIG U ERA
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Fig. 4 . - Calco d e 1as pintur as
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ABRIGO DB LA mGUB.RA
a)
9
Figuraciones esquemáticas
En el repertorio iconográfico de las motivaciones circulares y junto a las que tienen un carácter eminentemente solar, son de destacar
estructuras con unos proyectos figurativos de otra índole.
En el caso de las pinturas esquemáticas del abrigo de «La Higuera», hay un patente predominio del esquema simbólico-antropomorfo,
en una particular forma de concepción redondeada donde el elemento
esencial es el tronco, rodeado circularmente por los brazos, pero, en
este caso destacando también otro esquema circular en relación a la
pelvis y a las piernas, ofreciéndose así una figura parecida a un ocho
·y ·a'travesa'd· pot un ·ejEr venic·aJ;-donde' se · ncluirfa la cabeza· ·et trona
t
;
co y a veces un pequeño apéndice, que algunos autores consideran un
símbolo fálico.
Esta forma de destacar determinadas partes como sfmbolos de la
estructura general va asociada a una concepción del pensamiento
«pars-pro-toto», por el que para un individuo en la fase abstracta o prelógica, una parte puede representar al todo. El culto al círculo y su
concepción como centro se inserta en la idea de lo sagrado como base
. de la religión comunitaria en la fase arcaica, siendo uno de los puntos
más interesantes del análisis del espíritu primitivo.
Uno de los signos.más corrientes en la evolución de los diversos
motivos esquemáticos, es sin lugar a dudas la figuración humana,
planteada en distintos niveles de abstracción y con un sentido progresivo de síntesis expresiva, proveniente de una mayor capacidad, en el
tiempo, de selección.
En las representaciones prehistóricas y primitivas, piensa Wernert,
que las figuras humanas son símbolos «convencionales», apareciendo
las figuras individualmente como es frecuente, y a veces por parejas,
como podemos observar en el conjunto «C» del abrigo que estamos
considerando y en otros abrigos del Subbético (12).
P. Acosta, respecto al posible significado del sfmbolo humano, dice que se trataba de elevar al hombre a su categorfa de protagonista y
en este sentido quizás tenga razón la teorfa que dice, que en las
interpretaciones primitivas, hay una clara identificación de la figura
masculina con el sol y de la femenina con la luna. La homologación
del «hombre con el astro, culmen de su adoración, puede efectivamente indicar un deseo de considerar al hombre como centro» (13).
!121 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5. Ver cCuevas de las Vareas», fig. 8.
(13) P. CAST~EDA NAVARRO: cSemiosis y función simbólica en la pintura esquemática rupestre». (Memoria de Licenciatura. Facultad de Letras. Inédita). Granada, 1978.
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CARRASCO Y CASTAiniDA
El esquema más usado de tipo antropomorfo en el abrigo de «La
Higuera» es ~1 de «Phb griega y «Brazos en Asas», con paralelos muy
claros. B. Brea ve en ellos una gran influencia micénica e incluso le
encuentra semejanzas con las grafías minóicas y micénicas del Palacio de Cnosos, Hagia Triada y Pylos (14). Esta posible asimilación de
las figuras en asa con determinadas grafías es una idea que se hace
cada vez más extensiva, indicando un posible origen de los signos de
la escritura, en la estilización de algunos iconos esquemáticos, que
fueron derivando a signos totalmente convencionalizados. Este es un
tema aún por estudiar y, a pesar de su invalidez cientffica actual, de
gran inter" _ ...............--··· ...... ............. ·-· ... .
és.
.................... .
En este sentido de las posibles analogías entre grafismos y analogismos hubo, entre los historiógrafos de fmales del siglo XIX y principios del XX, intuiciones de relación de los signos prehistóricos y los albores de la escritura primitiva.
Así mismo es interesante apuntar la posible y curiosa relación, al
mismo tiempo, de algunas figuraciones esquemáticas con caracteres
gráficos ibéricos (15).
Los tipos antropomórficos en general han sido interpretados de
una manera esencialmente especulativa, ofreciendo a veces teorías
hermenéuticas tan atractivas como acientificas. En el campo de las
interpretaciones psicoanalíticas -<> supuestamente psicoanalític~ se
han llegado a.explicar algunos dibujos como elementos míticos y relacionados con la fecundidad, a partir de concepciones sagradas de las
cavernas. Concretamente Gómez Tabanera, refiriéndose a un dibujo
esquemático, prácticamente igual a la figura inmediatamente inferior del conjunto «a» del abrigo de «La Higuera» (fig. 4), dice que «tiene
la ventaja de que quizás nos explica, de una vez para siempre, la existencia (... ) de esos extraños dibujos y grabados, conocidos bajo el
nombre de «Vulvas» (16). En realidad, esta suposición no deja de ser
una bella afirmación esotérica.
En lo que se refiere a la existencia de zonas de punteados, con frecuencia asociadas a figuras más claras, hemos de insistir que en el
presente, y en esto coincidimos con Hernández Pacheco y Cabré, no se
puede dar una explicación suficientemente documentada de lo que
(141 L. BERNABO BREA: cLa Sicilia prehistórica y sus relaciones con Oriente y con la
Penlnsula Ibérica~. Ampurias, XV-XVI. Barcelona, 1953-4, págs. 137-237.
(151 M. BELTRAN LLORlS: «Problemas en tomo al signo Ibérico Y». Mise. Arqueolog. 1.
Barcelona, 1974, págs. 141-151.
(161 J . M. GOMEZ TABANERA: cLa caverna como espacio sagrado en la Pehistoria humana~. Public. 1nst. Est. y Folk. «Hoyos Sainzt, V, Santander. 1973, págs. 111- 127.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
11
representan tales signos. Lo que sí es evidente es que tales·manifestaciones pictóricas aparecen con enorme frecuencia, desde el auriñaciense hasta el comienzo de la Edad de los Metales.
Al respecto, analizando Hernández Pachecho las pinturas de la
Cueva de la Araña óbservó la existencia de un conjunto de puntos o
pequeñas manchas irregulares, de color rojo oscuro y con irregular
disposición: «... respecto a su significación, no tengo deducción alguna; no pueden considerarse como representaciones de constelaciones,
ni creo que signifiquen contabilidad alguna, pues no guardan unüormidad ni en la situación, forma, ni en el tamaño» (17).
E;~ t9~0. ~t~-qpp~~~Q. ~P.ªr~q~ ~ IJ\~qudo 1,1,1,1 tipQ _ ºg~ra~~on~s
c;le
icónicas, que generalmente no se han considerado o se han englobado
en los esquemas tipológicos de «peines» o similares. Reflriéndonos, en
concreto, al objeto iconográfico inmediatamente superior, del conjunto «h» de nuestro abrigo creemos que responde a un esquema animalfstico.
Esto reviste una cierta veracidad si pensamos en el sentido tetémico del culto a los animales, que en las fases primitivas, según apuntan algunos investigadores, suponen el culto a los antepasados en la
creencia de que el animal es el sim.il de la reencarnación de los antepasados.
K. Seeberger recoge esta misma idea del parentesco mítico del
animal y el hombre, y es competente la relación que podemos hacer
del concepto de participación mística de Levy-Bruhl, que se basa en la
existencia de una doble realidad anímica en el hombre: por un lado, el
alma salvaje de la naturaleza, identificada en un animal; por otro la
realidad antropomórfica. De ahí que en los esquemas rupestres estas
posibles figuraciones zoomórficas van siempre concatenadas con esquemas humanoides.
Esta proyección anímica-humana en los elementos animalísticos
vienen en cierto modo a demostrar el que los abrigos rupestres hayan
sido desde antaño ubicaciones de índole religiosa, con un evidente origen en las relaciones mítico-mágicas de los ámbitos del Paleolítico.
Las figuraciones zoomórficas del Neolftico y Edad de los Metales están completamente trasladadas a un plano de gran abstracción, con
unas referencias formales bastante diluidas. Las figuraciones más comunes al contexto del culto de lo animal son normalmente, ciervos,
cabras, etc., que suelen ir vinculados a símbolos solares, a símbolos
de la agricultura, o de la virilidad.
117) B. HBRNANDBZ PACHBCO: «Las pinturas prehistóricas de la Cueva de la Araña
IValencia}t. Com. Inv. Paleont. y Preh.• 'Mem. ntím. 34. Madrid, 1924, pág. 27.
- 329 42
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12
CARl\ASCO Y CASTASEDA
Leach refiriéndose al ámbito de los signos y símbolos y recogiendo
la tradicional idea dial~ctica entre cultura humana y naturaleza,
abunda en la doble sel~cción, en el primitivo, de lo~ mitos de los «ciclos» y las enearnaciones periódicas de la vida, asociadas al triple emblema humano-solar-animal.
VI
CONCLUSIONES
.. ..
...
. ............... ····-···.... ..
Vamos a analizar las pinturas del abrigo de «La Higuera» globalmente, junto con todas las conocidas hasta la fecha, en el Subbético
andaluz. Estudiarlas aisladamente, relacionándolas con otras similares peninsualres nos llevarían a conclusiones erróneas.
Ya decíamos en otro.lugar (18), que las manifestaciones esquemáticas una vez que son plasmadas consiguen tener una vida propia tan
significativa que serian retomadas por hombres y culturas más
tardías, cuando ya los comienzos de la realidad que les dio origen y
sus referencias originarias habrlan sido olvidadas y renovadas por
otras problemáticas. Además hay que tener en cuenta que hablar de
esquematismo es hablar de variaciones que pueden corresponder a
variantes cul~uraies y también a desfases cronológicos, a arcaísmos y
perduraciones (19).
Creemos que gran parte de la problemática cultural que envuelve
a la pintura esquemática se deriva en primer lugar de una falta de conexión con yacimientos arqueológicos propiamente dichos y a su vez
de un desconocimiento manifiesto de la región geográfica en donde
están enclavados los abrigos. A este primer problema habrla que añadir el hecho frecuente de realizarse estudios y síntesis en base a copias y fotograflas de segunda mano, es decir, obtenidas por terceros (20).
En nuestra opinión, consideramos que para estudiar o intentar
aproximarse al fenómeno esquemático, en principio hay que efectuar
una revisión de la gran mayoría de los abrigos conocidos desde anti-
(18) CARRASCO Y CASTAfnmA. op. cit. not. 8.
(19) J. PORTEA: «Grabados rupestres esquemáticos en la provincia de Jaém. Zepbyrus,
XXI-xxn. Salamanca, 1970-71, pág. 151.
(20) Al respecto ver: cDebat sur l'art rupestre de la Peninsule Iberiqu.e et de Francet.
cValcamonlca Symposiwm. Capo di Ponte (Edizione del Centro) 1970, pág. 106 (en especial
algunas observaciones del Dr. Ripoll).
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ABRIGO DB LA HIGUERA
13
guo y prospectar las regiones en donde se hallen de una forma sistemática. Por otra parte hay que desterrar la vieja idea de considerar el
arte esquemático como un producto residual y degenerado, sin conexión alguna con la realidad en el momento de tratar las figuras, y propio de gentes inhábiles. Múltiples textos, que abordan este tema, apelan a las decadencias artisticas y muchos investigadores caen en el
problema de las interpretaciones, es decir, en el de etiquetar los iconos pictóricos, para así poderlos relacionar incidiendo casi siempre en
lo que vulgarmente llamamos como de «ad usum privatum», para justificar diferencias estillsticas o geográficas. Es decir, en el momento
.de .encuadrar estilistiqan.umte_la~. p~tur~s , se.recurre a .~~r@nq~ personales y poco convincentes como por ej.: «semiesquemáticas», «seminaturalistas», «relativamente ... », «simbólicas~ , «abstractas», etc. calificativos que en la práctica no tienen una aplicación real.
Ultimamente algunos investigadores, considerando este problema
terminológico, han llegado a esta misma conclusión. Al respecto
habría que preguntarse con Jordá: ¿dónde empieza el semiesquematismo y dónde el seminaturalismo1 ¿Cuál es el punto de coincidencia o
modelo para que a lo que a ~osotros nos resulte seminaturalista a otro
investigador le resulte igualmente tal? (21). Es obvia la conclusión de
que estamos bar~ando apreciaciones muy subjetivas y ya va siendo
hora de ir desterrando definitivamente los conceptos vacíos, que vienen a complicar aún más el mundo de la pintura esquemática. Seria
conveniente, hasta que no se aislen sus procesos internos y etapas
evolutivas, seguir denominando a estas pinturas con la. clásica denominación de «esquemáticas» sin más detalles.
Aún hoy día, después de casi un centenar de años de conocerse
las pinturas, es totalmente arriesgado realizar síntesis sobre ellas. Es
necesario documentar perfectamente zonas geográficas bien delimitadas, analizando pinturas y yacimientos para poder relacionarlos en
su dinámica interna para así concatenar fenómenos y llegar al fondo
de la cuestión.
Siguiendo este proceso lógico, hace tiempo que estamos estudiando las pinturas esquemáticas en regiones restringidas de Andalucía
Oriental. Por el momento en Sierra Morena y en las Sierras Subbéticas.
Dentro del Subbético, al cual pertenecen las pinturas que estamos
viendo, hemos delimitado dos zonas geográficas claramente diferenciadas. Por un lado el Subbético Oriental, que comprendería desde sus
(211 F. JORDA CBRDA: «Problemas cronológicos en el arte rupestre del Levante espaAob. Congreso Internacional de Historia del Arte. Tomo I. Granada, 1976, págs. 155-163.
- 331 -
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14
CARRASCO Y CASTdBDA
comienzos en las Sierras de Cazorla y Segura hasta el Guadiana Menor, y por otro, el Subbético Central que iría desde este rfo hasta el
Genil. Por el nvrte esta región estarla delimitada por las campiñas
jiennenses y por el sur con los montes granadinos.
Es curioso el que se haya venido considerando al Subbético como
un «eje natural en la progresión de las pinturas rupestres esquemáticas» (22), cuando esta zona en la bibliografla antigua sólo· estaba documentada por la «Cueva de las Grajas» y «Collado del Guijarral», estando toda ella en blanco arqueológicamente. Tras los últimos hallazgos, si podemos considerarlo como tal (23).
.. . _ e .1~~.-~Q~ Pl!ñ~~..~~
D
considerar el Central, menos conocido bibliográficamente y «a priori»
con una problemática cultural sensiblemente diferente. Analizaremos
algunas de las investigaciones relacionadas con él, planteando el posible poblamiento prehistórico con el fm de poderlo relacionar con las
manifestaciones artísticas.
Dejando a un lado las poblaciones paleoliticas, las cuales creemos
se salen del ámbito de las pinturas y las epipaleoliticas, prácticamente
desconocidas por estas l~titudes, habrfa que comenzar por los vestigios neoliticos.
La denominada «Cultura de Cuevas» (24) con cerámicas decoradas impresas o incisas, está ampliamente documentada. De Oeste a
Este tendríamos que comenzar con la «Cueva de los Murciélagos» de
Zuheros (Córdoba), cuya secuencia estratigráfica abarcarla desde un
Neolitico Medio antiguo hasta un Neolitico Fina1/Eneolitico (25). En la
provincia de Jaén, procedentes de la «Cueva de la Chatarra» y «Cueva
del Plato» (Castillo de Locubin), se hallan depositadas en el Museo Arqueológico de Jaén una serie de vasijas con decoraciones incisas principalmente, relacionadas muy posiblemente con algunas cerámicas
del Estrato IV y V de la «Cueva de los Murciélagos» (26), geográfica-
(22) Pilar Acosta asilo recoge como tal. ACOSTA, op. cit. not. 7. FORTEA también lo considera as(, ver: FORTEA Y BRRNIER, op. cit. not. 6.
(23) Hoy día, si hay pinturas documentadas en todo el Suhbético, asi como gran cantidad
de yacimientos arqueológicos de diverso tipo.
(24) Segó.n la terminología propuesta por P. BOSCH GIMPRRA: «Problemas de las civilizaciones del Neo-RneoUtico Occidental y de su cronolog(u. IV Congre. Inter. Cienc. Preh. y
Protoh. Madrid, 1954. Zaragoza, 1956, pAga. 643-655.
(25) A. M. VICRNT ZARAGOZA y A. M. ~OZ AMn..IBIA: cSegunda Campaña de Excavaciones: La CUeva de los Murciélagos, Zuheros (Córdol)a), 1969». :Exc. Arq. en España, 77.
Madrid, 1973.
(26) VICRNT Y ~OZ, op. cit. not. 25. Ver fig. 19. Estrato IV, ftg. 25. Vaso de la forma
dob. fig. 27. Vaso de la forma c<ñ.
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ABRIGO DI LA HIGUBRA
16
mente cercana. Más hacia el Este está la «Cueva del Cazljorro» que se
sitúa en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz, prolongación de las
Peñas de Castro (término municipal de Jaén). ne· este yacimiento proceden algunas cerámicas con decoración impresa a peine o punzón,
representando principalmente «dientes de lobo» debajo de lineas paralelas también impresas (27). Cercano a esta cueva se ubica el «Cerro
Veleta», situado en la Sierra de los Propios, delimitado por el arroyo
de la Parrilla al Oeste y Norte, el río Ouiebrajano al Este y al Sur por
el Cerro Calar, del cual proceden gran cantidad de sílex y algunas cerámicas impresas e incisas con la técnica del «punto en raya» (28).
Más hacia el Este, en el Macizo de Sierra Mágina se h~l!ª- la «.Cu~:v.~
derGuadalijan (Hiielriial{2.9): d·e la ciúii pro.céde un vaso con decoración impresa (30).
En la provincia de Granada, en el limite meridional del Subbético,
habría que mencionar la «Cueva de la Carigüela» (Piñar) (31) conocida
sobradamente y la «Cueva del Agua» de Prado Negro (Iznalloz) (32) de
la cual proceden las cerámicas impresas con motivos antropomórficos.
Estas cuevas se hallan en los afloramientos calcáreos Secundarios
y Terciarios en altitudes medias que oscilan sobre los 1.000 m. sobre
el nivel del mar. El hecho de estar la mayoría de estos yacimientos sin
excavar nos restringen en gran parte la visión que pudiéramos tener
de estas primitivas poblaciones. Sin embargo, por sus habitats ciertamente similares, en lugares escarpados de dificil acceso se nos aparecen estos asentamientos humanos como formando parte de un mundo
bastante homogéneo.
Los únicos datos socioeconómicos que podemos obtener de estas
poblaciones ~ogloditas, además de los puramente geográficos y en
1
(27) Las cerémicas se hallan en poder de don José López Murillo, vecino de Jaén.
(28) GRUPO DE BSPELEOLOGIA MONT.AimROS DE JAEN: «
1974. Pág. 35 (en multicopia).
(29) En abril de 1977 realizamos una prospección a dicha cueva en compaiUa de nuestra
compaiiera M.• S. Navarrete Enciso, pudiéndose comprobar que toda ella está cubierta por
un venero de agua.
(30) Los fragm. ntos cerámicos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Jaén,
e
a cuyo director don Juan González Navarrete le debemos la noticia del hallazgo.
(31) M. PBLLICER CATALAN: «El Neolítico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pifiar (Granada)». Trablijos de Prehistoria. XV. Madrid, 1964.
(32) M. S. NAVARRETB ENCISO: «Avance al estudio del material de la Cueva del Agua
de Prado Negro (Iznalloz-Granada). Algunas cerémicas impresaS». XIV. C.N.A. (Vitorla,
1975). Zaragoza, 1977, págs. 367-376. Un estudio más completo sobre el mismo yacimiento
puede encontrarse an CUadernos de Prahistoria, nóm. 2 de la Universidad de Granada (en
prensa).
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CARRASCO Y CASTAREDA
cierto modo ecológicos, derivados de las prospecciones efectuadas y
de lo que se puede dilucidar de las propias pinturas, son los que nos
ofrecen las excavaciones realizadas en «La Carigüela» y «Cueva de los
Murciélagos», muy escasos ciertamente. El estudio de la fauna de la
primera de las citadas, no ha sido efectuado, siendo fundamental para una mejor comprensión del cardial en Andalucía Oriental. La fauna de la segunda cueva, estudiada muy escuetamente (33), nos indica
la existencia de especies domesticadas con un porcentaje relativo de
animales salvajes. Esta misma cueva ha proporcionado trigo (Tr. Dicoecum y Tr. aestivum) y cebada.
· · · · ........ - · · · · · · ... De-lo..anterior, p.odemos deP. 9ir:
U
economía basada en una agricultura rudimentaria " .e.species docon
mesticadas, completada é:on la carne que proporcionaba la caza, que
por estos lugares hubo~de ser muy abundante.
Hasta la fecha en esta región, los únicos niveles antiguos con cardial conocidos son los basales de la Carigüela, no conociéndose su posible entronque con un momento anterior epipaleolítico que muy fácilmente exista en ella. Pese a todo nos inclinamos a pensar que estas
poblaciones tuvieron una evolución «in sitw a partir de un Paleolítico
(ampliamente documentado) y Epipaleolitico (sin documentar) tomando del exterior ciertas adquisiciones neolíticas que acabarían por modificar más o menos profundamente su identidad cultural (34).
Gran parte de las cuevas que hemos visitado, son difíciles de estudiar, por haber sido afectadas por grandes cataclismos. Fruto de los
cuales, ha sido la desaparición de gran parte de ellas.
Muchas de estas cuevas pervivieron durante el Eneolitico, como
sucedió con la «Carigüela» (35), .«El Canjorro», «Cueva del Plato», «Cueva de la Chatarra», etc. A partir de estos momentos nuevas cuevas
son habitadas por primera vez, como pudo suceder con la «Cueva de
la Pintá» (Piñar) (36), «Cueva del Castellón» (Campotéjar) (37). Los habitats al aire libre empiezan a ser más frecuentes, como por ej.: el «Cerro de San José» (Alcalá la Real) (38), «Torre de Mingo Andrés»
(331 ytCBNT y MURoz. op. cit. not. 25, pág. 99 y ss.
(341 J . GUILAINB: ILa neolitizaci6n de las costas mediterráneas de Francia y Españu.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonenses, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 40.
(35) PELLICBR, op. cit. not. 31.
(361 M. D. ASQUERINO: cCUeva de la Pintá (P.I.t1ar-Granada)J. Not. Arq. Hiap., núm. XVI.
Madrid, 1971, págs. 77-157.
·
(371 J. C. SPABNI: «La cueva sepulcral Neo-Eneolftica del Cerro del Castell6n, en Campotéjar (Granada)•. Speleon, año IX. núm. 34. Oviedo, 1958, págs 3-21.
(38) El yacimiento se halla en el cerro del mismo nombre, muy cercano al casco urbano
de Alcalá la Real. En superficie hay una abundante industria residual de sflexjunto con cerámicas de clara tlpologia eneol1tica.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
17
(Moclín) (39), «Los Arenales» (Loja) (40) y «Sierra Martilla» (Loja) (41 ).
Problemas diferentes son los que ofrecen los yacimientos de las «Peftas de los Gitanos» (Montefrío) (42), en donde sobre un sustrato poblacional del Neolítico Final se va a desarrollar una población aculturizada hasta bien entrada la Edad del Bronce.
Algunas de estas cuevas a su vez fueron utilizadas para enterrar,
como sucedió en el «Cerro del Castellón» (Campotéjar) (43), «La Zorrera» (Moclín) (44). Otras sólo fueron utilizadas como sepulcros, por ej.
la «Cueva del Frage» (45) (Iznalloz).
Los monumentos funerarios megalíticos son frecuentes, especialmente.. en.J.a. región. g¡:anadina ...Recordemos..las ..necr.ópolis .de Mon= .
tefrfo (46) ampliamente conocidas y las aún inéditas de «Los Arenales»
y «Sierra Martilla» en Loja (47), además de los megalitos de Tozar
(48). En la provincia de Jaén, este tipo de enterramientos aparecen
aisladamente, no formando grandes conjuntos, estando en su mayoría ligados al círculo granadino como por ej. los de Alcalá la Real
(49), «La Guardia>) (50) y Cerro Veleta (51). En la vertiente jiennense
(39) El yacimiento se ubica en la parte alta de la denominada cTorre de Mingo Andrés».
En superficie aparece gran cantidad de.cerámica y silex. En él efectuaron algunas catas de
prospección Garcfa Sánchez y Pellicer, hallando gran cantidad de cerámicas principalmente
fragmentos de bordes de platos eneolíticos y hachas de piedra.
(40) En una prospección que efectuamos uno de nosotros (J. Carrasco) en el téimino de
Loja, se descubrió una necrópolis de cistas megaliticas en el lugar denominado «Los Arenales». Las tumbas en gran parte aparecen violadas desde antiguo. En superficie hay una gran
cantidad de sílex y algunos fragmentos cerámicos lisos.
(41) El yacimiento de Sierra Martilla, inédito totalmente, está compuesto por poblado y
ocho megalitos en gran parte violados.
(42) A. ARRIBAS PALAU y F. MOLINA GONZALEZ: «El poblado de Los Castillejos en las
Peñas de los Gitanos (Montefrio, Granada). Resultados de las campañas de 1971 y 1974•.
XVI C.N.A. (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 389-407.
(43) Según comunicación verbal de su óltimo excavador Federico MoliDa.
(44) GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5, pég. 168.
(45) M. GARCIA SANCHEZ y J. CARRASCO RUS: «Enterramiento de la E.dad del Bronce
de la Cueva de Frage, en el Cerro Oscuro (lznalloz, Granada)». Cuadernos de Prehistoria,
nóm. l. Granada, 1976, págs. 119- 124.
(46) C. MERGELINA: «La estación arqueológica de Montefrio (Granada): l. Los dólmenes». Boletin del Seminario de Arte y Arqueología, VIII. Valladolid, 1942, págs. 33- 106.
(47) Son especialmente interesantes los megalitos de «Sierra Martilla~t, entre los cuales
posiblemente haya alguno intacto. La tipología de estos sepulcros es bastante extraña, no conociéndose paralelos en la región.
(48) GARCIA y PE.LLICER, op. cit. not. 5, págg. 167.
(491 M. GONGORA MARTINEZ: «Antigüedades Prehistóricas de Andalucfa~t. Madrid,
1868. En el término de Alcalé la Real, Góngora señaló la existencia de varios dólmenes: «Dolmen del Hoyóm, del cHerradero• y de la cCorcojalt.
(50) GONGORA, op. cit. not. 49.
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CARRASCO Y CASTA:AxDA
van a predominar y desarrollar los enterramientos en «cuevas artificiales». De cronología antigua pudo ser la que estudió Góngora entre
Torres y Albanchez (52), así como la de «Cabra del Santo Cristo» (53).
Más modernas serian las de los «Marroquíes Altos», las cuales cronológicamente creemos que coincidirían con los comienzos del «Argar A»
en el Sudeste (al filo del II milenio a. C.) y perdurarían posiblemente
hasta un Bronce Tardío (54). Igual puede decirse de la «Cueva de Caño Quebrado», considerada durante largo tiempo como eneolitica
(55), principalmente por el tipo de enterramiento, ya que sus materiales cerámicos estudiados últimamente (56) pueden encuadrase per. ··· ····· · · ................ · ......... fectamente-en un·momento·evolueionado·del Argal' B y . aún durante el
Bronce Tardío. Enterramientos en cueva natural, posiblemente
eneoliticos, podrían ser los de Torre del Campo, de la cual procede el
célebre ídolo del mismo nombre (57).
La Cultura del Argar en esta región se conoce de forma aculturizada. Tipológicamente sus comienzos o «Fase A» es desconocida. Creemos que este lapsus de tiempo transcurrido, que a «groso modo» podemos situar entre los comienzos del II milenio a. C. y 1.650 a. c. aproximadamente, estarfa cubierto por formas eneoliticas retardatarias representadas bien por las cuevas artificiales o bien por poblaciones
campaniformes tardías (58). A una fase «lb, pueden pertenecer las se-
(5 1) M. CHICOTE UTIEL y J . LOPEZ MURII.LO: tNuevas pinturas rupestres en Jaém.
Boletin del Instituto de Estudios Giennenaas, núm. LXXVUI. Jaén, 1974, pég. 13.
(52) GONGORA, op. ci.t. not. 49, pégs. 77 y 78.
(53) B. BERDIGHEWSKY SCHER: «Los enterramientos en cuevas artificiales del Bronce
I Hispénico». Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. VI. Madrid, 1964, pég. 136.
(54) R. ESPANTALEON JUBES: cLa necrópolis en cuevas artificiales de Marroqufes Altos: Cueva Ilh. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XXV. Jaén, 1960, pégs. 35-47.
IDEM: «La necrópolis eneolftica de Marroquies Altos•. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XIII. Jaén, 1957, pégs. 165-171. M. R. LUCASPELLICER: «Otra CUI!Va artificial en la
necrópolis Marroqufes Altos de Jaém. Exc. Arq. en Espal1a, n6m. 62. Madrid, 1968. La revisión de algunos de los materiales de esta necrópolis puede verse en: CARRASCO RUS et alli :
«Influencias argérlcas en la provincia de Jaém. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses
(en prensa).
(55) R. GARCIA SERRANO: «Hallazgos eneoliticos en la provincia de Jaém. Boletin del
Instituto de Estudios Giennenses. X, núm. 40. Jaén, 1964, pégs. 9-16.
(56) CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(57) A. BLANCO FREIJEIRO: «Die Altesten plast.iscben Menschen-Darstellungen der Iberischen Halbinsel.t. Madrider Mittellungen, 3, Heidelberg, 1962, pégs. 11-20. En esta cueva
de Torre del Campo, tenemos noticias de la existencia de pinturas esquemáticas asf como de
restos cerémicos.
(581 CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
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pulturas individuales en cuevas o recovecos de Castillo de Locubin
(59) ·y la cista de «Villalobos» en Alcalá la Real (60).
En la región granadina, este período está documentado tipológicamente con la espada y alabarda·de Montejicar (perfectamente estudiadas) (61) y cronológicamente con los estratos altos de-«Los Castillejos» (Montefrío) (62). ·
. Resumiendo lo anterior, podemos inferir que en el Subbético Central hubo un asentamiento de poblaciones desde tiempos paleoliticos
y un poblamiento denso a partir de un «Neolitico de Cuevas» hasta un
Argar aculturizado.
...GQ;Q. ~~~s.. primitiv.o.s.. nú.cle.o.s. de. población, .. hemos.. de .. relacionar
los abrigos con pinturas que conocemos.
En la provincia de Córdoba están documentadas las cuevas de
«Cholones» y «Murcielaguina» en el término de Priego, «Murciélagos»
en Zuheros y «Colorada» en Cabra (63). Fortea se:ii~ó cerca de estas
cuevas, yacimientos ricos con cerámicas a la almagra y otras que fecha tipológicamente en el «Bronce l». Para la «Cueva de los Murciélagos, ya hemos visto su. estratigrafia, de fácies neolitica.
El núcleo de pinturas de Moclin y Tozar-Limones está compuesto por los siguientes abrigos: «Cueva de Limones», «Cuevas Bermejas», «Pedriza del Pe:iiascal», «Cueva del Cortijo de Hiedra Alta»,
«Cueva del Hornillo de la Solana», «Cueva de la Ara:iia», y «Cueva de
las Vereas» (64). De estas cuevas que no son tales sino abrigos efectuados por una fuerte ·erosión eólica, no hemos podido localizar la pintura aislada de la «Pedriza del Peiiascal». Cercanos a estos abrigos están los poblados anteriormente aludidos de 1~ «Torre de Mingo
Andrés», «Las Peñas de Los Gitanos», las cuevas de la «Chatarra» y el
«Plato», el poblado de «San José», etc. De importancia es la cabra
montés grabada, que aparece en un ortostato de un megalito destruido de hi Peña de los Gitanos (65).
(59) La noticia de este yacimiento fue recogida por Corrall Maurel en el diario ddeab de
Granada con fecha del22 de enero de 1967. El estudio de Jos materiales puede verse en: CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(601 La cista descubierta en 1972, en un lugar próximo a la aldea de Villalobos (Alcalá la
Real) por don Antonio Muftoz Molina, ha sido dada a con.ocer por: CARRASCO et alli, op. cit.
not. 54. '
(61) H. SCHUBART: «Las alabardas tipo Montejican. Estudios dedicados al profesor Pericot. InstitutO de Arqueología y Prehistoria de la Universid.ad de Barcelona. Publicaciones
eventuales núm. 23. Barcelona, 1973, pégs. 247-269.
(62) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. not. 42.
(63) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6.
(641 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5.
(65) G. y V. LEISNER: «Die MegalithgrAber der Iberischen Halbinsel. Der Sildem. Berlin,
1943. Grupo 25: Montefrlo. Tafel, 152, núm. 6.
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20
CARRASCO Y CASTAR'XDA
El núcleo de pinturas de Jaén, está en relación con la «Cueva del
Canjorro», «Cerro Velet~ , «Cueva del Guadalijan, etc. Las pinturas
detectadas hasta la fecha son: «Cueva del Estorib, «Cueva de los Herreros», «Poyo de la· Min~ , «Cueva de los Soles», «Cueva de los Bastianes.», «Cueva de los Molinos», «Cueva del Canjorro», «Cueva de Castro»,
«Fuente de la Peña», «Cerro de la Mella», «Cueva del Plato» (4 paneles),
«Abrigo de la Higuera» {objeto de este trabajo), «Cueva de las Grajas.»,
etc. Las pinturas aparecen en abrigos, aunque se han aprovechado algunas rajas para el mismo fin.
En conjunto, comprobamos como los abrigos con pinturas y yacimientos. formaiLUil.bloque, .en..el cu(ll nQ. $~ ve ~a ~vQ.l.u,9iQn..e~~rn~
manifiesta, pero que su dinámica interna si se hace eco de los avances
que se están produciendo en las zonas limítrofes y concretamente costeras.
Las pinturas son bastante similares, apareciendo grupos humanos
aislados, grupos animales, escenas de caza, etc. Armas no suelen aparecer ni escenas de domesticación aunque se han querido ver algunas
de ellas en la «Cueva de las Grajas». Los animales que se representan
podemos considerarlos como salvajes, por ej.: ciervos y cabras monteses. Motivos frecuentes {sobre todo en Jaén) son los soles. Las figuras.
humanas más comunes, son las de «brazos en asas» y de tipo «cruciforme». Como atavíos personales sólo se documentan algunos personajes· con una especie de sombrero o «cubre-soles» (66).
Una vez vistos de pasada los diferentes asentamientos y pinturas
en estas sierras, habrfa que considerar uno de los problemas más acuciantes del fenómeno esquemático: el de su cronología.
En principio tendríamos que considerar las fechaciones que hari
ofrecido los investigadores que han trabajado sobre esta región. Por
orden cronológico, hemos de comenzar por los estudios de Garcia
Sánchez y Pellicer en el núcleo de Moclin (67). Fechan algunas de las
pinturas en el «Neolitico 1». Otras que consideran de transición las
sitúan en el Eneolitico Inicial, y por último, las más tardías, por sus
semejanzas con algunos ídolos almerienses, en un Eneolitico Final posiblemente. Respecto a los orfgeiles, indican que son pinturas con contactos claros con las de Jaén y Ciudad Real y con relaciones, quizás de
origen en el Sudeste y Levante. Intrínsecamente deducen tres etapas
para las pinturas: 1.0 Neolítico l. 2.0 Eneolitico Inicial y 3.0 Eneolitico
Final.
(66) CARRASCO et alii, op. cit. not. 8.
(6 7) GARCIA y PBLLICER, op. d t. not. 5.
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21
Bernier y Fortea estudiaron las pinturas del SE de Córdoba (68).
Para los cuadrúpedos representados en ellas, dan una fecha no anterior al Bronce I . Para los ídolos aculados, en tomo a los comienzos del
Bronce I y para las figuras humanas de «brazos en asas» (similares a
los antropomorfos impresos en las cerámicas de la Cueva del Agua de
Prado Negro) una cronología que oscila sobre el Bronce I . Por último
dicen que el conjunto de pinturas rupestres de la franja Subbética en
la provincia de Córdoba se sitúan cronológicamente a lo largo del
Bronce I Hispánico.
Después de estas opiniones, tendríamos que ver otras que aunque
............................ son.aplicables..a un ..espectro...z:egional más ..amplio, creemos.que son . fun~.
damentales para lo que estamos tratando. Algunas de las cronologías
que se han dado están relacionadas a veces con la pintura levantina,
porque se quiera o no, la pintura esquemática tradicionalmente siempre ha estado en función de ella, tanto por cronología como por estilo.
En algunos de los investigadores siguientes se pone de manifiesto este
problema.
Breuil que recogió en sus síntesis algunas de las pinturas de esta
región (por ej. la «Cueva de las Grajas») consideraba el esquematismo
como un arte pictórico preneolltico, enriquecido posteriormente con
motivos mucho más esquemáticos que llegarían a la Península durante el Neolltico y Eneolltico (69).
Pilar Acosta, ve el nacimiento del esquematismo como un fenómeno bastante tardío, quizás de finales del Neolltico como fecha más
temprana y considera que en las zonas de Levante y Sudeste, resulta
claramente posterior a las pinturas típicas de esta área, dadas las superposiciones (70).
Pericot, refiriéndose a las pinturas levantinas, considera que al
evolucionar en las montatias del Sudeste, se transforman en formas
esquemáticas y simbólicas imponiéndose en toda Sierra Morena y comarca gaditana y acaban por ocupar toda la Península (71 ).
Beltrán afrrma en sus múltiples trabajos que el fmal del arte levantino se puede establecer con bastante fJjeza, por la aparición de
las pinturas esquemáticas y representación de objetos datables desde
(68) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6 .
(69) BREUIL, op. cit. not. 3.
(70) ACOSTA, op. cit. not. 7, pág. 184.
(71 1 L. PERICOT GARCIA: «Reflexiones sobre la Prehistoria Hispánica». Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Madrid, 1972, pág. 51.
-
339 -
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22
CARRASCO Y CASTASliDA
el2.345 ±80 de Los Millares hasta ell500 o algo después a. C. Es decir, que explica los epígonos del arte levantino por el nacimiento del
arte esquemático (72).
Por último, Jordá en algunos de sus estudios, propugna una contemporaneidad y un origen más o menos común para la pintura esquémática andaluza y la estilizada levantina (73), naciendo ambas
tendencias en una región del Sudeste español, comprendida entre el
Norte de Alicante y la parte occidental de Almerfa (74).
En un trabajo paralelo (75), que hemos realizado sobre el panel
«A» de la «Cueva del Plato» (unos 30 m. por encima del Abrigo de la Hi.-guera)..damos..una s. .rie_ ..similitudes..con _sus pintur.as,_.b as.adas prine de
cipalmente en algunas decoraciones de objetos muebles como pueden
~er las cerámicas. Resumiendo, las conclusiones a las que llegamos
nos indican que las pinturas rupestres esquemáticas en la Península
tienen sus orígenes en zonas restringidas del Sudeste. Para sus inicios,
propugnamos una cronología relacionada con un cardial. Un primer
gran desarrollo de la pintura corresponderla a un Neolitico Medio de
Cuevas, momento de la tipificación de las cerámicas impresas e inicios de las incisas. Un segundo «flourib de la pintura correspondería
con la «Fase Millares b , momento en el que se fechan las «Cerámicas
simbólicas» y los ídolos planos (mediados del m milenio a. C.) (76).
Los epígonos de esta pintura los hemos situado en función de la región
arqueológica a estudiar.. Para la zona geográfica que estudiamos, no
creemos que perdurara hasta un momento tardío de la Edad del Bronce (77) apoyándonos para esto en los yacimientos de la zona.
En fechas absolutas y en base a las aportadas por el e14 en la
«Cueva de los Murciélagos» (78), nos atreveríamos a situar unos orígenes en los albores del V milenio a. C., y sus perduraciones no las llevaríamos más allá de mediados del n milenio a. C.
(72) A. BBLTRAN MARTINEZ: cA.rte rupestre levantino». Zaragoza, 1968. IDEM: cElarte rupestre levantino». Historia 16, febrero, 1977, pAga. 91-98.
·
(73) F. JORDA CERDA: «Notas para una revisión de la cronologfa del arte rupestre levantino». Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, pégs. 47-76.
(74) JORDA, op. cit. not. 73.
(76) CARRASCO y CASTAlmDA, op. cit. not. 8.
(76) B. BLANCH: «Die Anfánge d.e r Metallurgie auf der Iberiachen Halblnseb. S. A. M ., 4.
Berlin, 1971, péga. 51 y as.
(77) Los yacimientos cercanos a loa abrigos con pinturas n.o se pueden remontar cronológicamante més allé de un Bronce aculturizado, que corresponderla a los epfgonos del Argar o
aJ Bronce Tardfo.
(78) J. GUILAINE: eLes Recentes Orientations du NeoUthique anclen en Mediterranée
OccidentaJe». Rev. Atlántica, nlÍDl. 1, 1976, péga. 1-15.
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ABRIGO DB LA HIGUERA
23
Esta cronología chocaría con la propugnada para la pintura levantina (79) en cierto modo paralela. Por eso nos hemos referido anteriormente a los estudios de Beltrán y otros principalm- nte.
e
No vamos a entrar en la problemática de la pintura levantina,
fundamentalmente por no tener un conocimiento arqueológico «in sitw profundo de la región geográfica en donde se ubica, ni de sus posibles conexiones con la esquemá~ca (quizás las comprobemos o no,
cuando hayamos terminado de éstudiar y revisar los abrigos de Sierra Morena). Sin embargo, y en apoyo de la fechas que hemos ofrecido, se nos ocurre una pregunta lógica, y es la siguiente: si las pinturas
levantinas cubren las manifestacionQs artísticas. .con. el. ..transfondo
se le· -q'uiei·a dar, dtrrante.un Íargo.lapsus de tiempo (VI-II milenio
s
a. C.) (80). ¿Qué manifestaciones artfsticas hubo durante ese tiempo
en Andalucía Oriental? ¿Es que hasta finales del III milenio (fecha célebre del 2345 a. C.) las poblaciones prehistóricas asentadas en estas
regiones del Sudeste no tuvieron un tipo de manifestaciones artísticas? ¿Es que hubo vacio cultural? o ¿poblacional?
Tras las fechas absolutas obtenidas en lugares hinterland, como
puede ser «Los Murciélagos» de Zuheros, en las últimas estribaciones
Subbéticas, podemos considerar a la vista de yacimientos como La
Carigüela y otros no conocidos bibliográficamente (81), que el poblamiento prehistórico hacedor de las pinturas levantinas, está ampliamente documentado en Andalucía Oriental. Las motivaciones artfsticas como hemos visto también están presentes (82). Tradiciones pictóricas existen desde el Paleolítico como está demostrado en algunas
cuevas malagueñas (83) y últimamente por algunas cuernas de bóvi-
que
1791 Especialmente ver BELTRAN op. cit. not. 72.
(801 BELTRAN, op. cit. not. 72.
(81 1 Son abundantfsim.a s las cuevas con material neolítico en la provincia de Granada
que no son conocidas bibliográficamente. En Jaén, arqueológicamente poco conocida, también son frecuentes estas cuevas, sirviendo de nexo de unión entre el Sudeste y las estribaciones cordobesas.
(821 CARRASCO y CASTA:fmDA, op. cit. not. 8.
(S31 Por ej. en Ardalea: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Doña Trinidad de Ardalea».
Mélaga, 1963. IDEM: «La Cueva de Doña Trinidad de Ardalea». Misc!llánea en Homen¡:ije al
Abate Breull, tomo l . Barcelona, 1974.
Nelja: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Nelja, Málaga». Excma. Diputación de Málaga, 1962. J . PEREZ DB BAlU\ADAS: d.a Cueva de Nelja, Málaga. Avance a su estudiO». Delag. de Bxcav. Arqueológicas en Málaga. Madrid, 1961.
Pileta: E. BREUIL, H. OBBRMAIER y W. VERNER: «La Pileta é Benaojan (Málaga, Espagnelt. Institut de Paleont. HumaJne. Monaco, 1915. J . A. BULLON y M. LORETO: «Dos
nuevas pinturas en la Cueva de la Pileta». Monograftas espeleológlcas, 2. Málaga, 1973. L. R.
DAMS: «L'art de la caverna de la Pileta. Essai sur l'ecole d'art paleollthique Medlterraneém.
Travaux de' l'Instltut d'art Prehi.storique, XIX. Toulouse, 1977, págs. 39-92. S. GIMENEZ
REYNA: «La Cueva de la Pileta». Málaga, 1963. J . PEREZ DE BARRADAS y M. MAURA Y SALAS: «Nuevos descubrimientos de la Cueva de la Pileta. Benaojan. Málaga». Madrid, 1936,
etc.
-
341 -
[page-n-344]
24
CARRASCO Y CASTA:RBDA
dos ·grabados de la región de Alfacar (84). Entonces y considerando hi
tesis de Jordá, creemos por el momento, en un desarrollo si no anterior, por lo menos paralelo a las· otras pinturas rupestres post-paleoliticas de tipo levantino. En el caso de las esquemáticas, arrancarían
sus orfgenes desde un cardial o cerámicas antiguas impresas, continuándose con momentos más o menos álgidos y cuyos epfgonos dificiles ·de precisar, estarfan en consonancia con el tipo de poblamiento
antiguo de la región en donde se hallen, en función principalmente de
Este a Oeste y de Sur a Norte .
.. . . •.. ·········- --···-·
......
..... _, ..............
........ '"'" .............. .. .
(84) J . CARRASCO RUS, l . TORO MOYANO, M. ALMOHÁL.LA GALLEGO y J . GAMIZ JI:
MBNBZ: cNuevos hallaz.goa Paleolíticos en la Provincia de Granado (en prensa).
- 342 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
J. CARRASCO RUS
P. CASTAimDA NAVARRO
(Granada)
LAS PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
DEL ABRIGO DE « LA HIGUERA»
(Otilf\ar, Jaén)
1
INTRODUCCION
Damos noticias en este pequeño estudio de uno de los abrigos con
pinturas rupestres esquemáticas descubierto.en nuestras prospecciones arqueológicas por la provincia de Jaén (1).
En la investigación sistemática que se ha planteado sobre la Prehistoria del Alto Guadalquivir, la pintura rupestre esquemática ocupa
un lugar especial, derivado de su tradición y estudios peninsulares
dedicados a ella (2). Uno de nuestros fmes primordiales es la revisión
de estos estudios, comprobándolos sobre el terreno. En especial los
que se han dedicado a Sierra Morena y su entorno geográfico. Como
avance podemos indicar que se han obtenido cerca de un centenar de
nuevos calcos bien documentados, los cuales han puesto de manifiesto la poca veracidad de muchos de los conocidos por la bibliografía
clásica. Otro punto importante en esta investigación de conjunto era
la prospección de buena parte del Subbético jiennense, del cual sólo se
conocía desde antiguo la «Cueva de las Grajas» (Jimena) (3) y el «Collado del Guijarral» (Segura de la Sierra) (4), siendo lógica la existencia
lll En la actualidad se han revisado bastantes abrigos con pinturas conocido$ desde antiguo en Sierra Morena, habiéndose descubierto otros inéditos. En las Sierras Subbéticas, se
han localizado nuevas pinturas y abundantes yacimientos arqueológicos.
121 Es evidente que la provincia de Jaén en la bibliografla arqueológica antigua era cono~
cida principalmente por sus pinturas de Sierra Morena.
(3) F. VALLADAR: «La Cueva de la Grlij&J. Alhambra, Xlll, núm. 301, págs. 426-427. M.
GOMEZ MORENO : cPictograflas andaluzaS». An. Inst. Est. Cat. Barcelona, 1908, págs. 89102. H. BREUIL: eLes peintures rupestres schématiques de la PeninsuJe IbérlqueJ. Vol. IV,
pág. s , Lám. n. Lagny, 1933-35.
(4) J . SANCHEZ JIMENEZ: «Pinturas rupestres de "Collado de Guijarral", Segura de la
Sierra (Jaén)J. Not. Arq. Hisp., m y IV. Madrid, 1954-55, págs. 5-8.
- 319 -
[page-n-320]
2
CARRASCO Y CASTA.&BDA
de más abrigos con pinturas. Así nos lo hacia pensar la abundancia de
pinturas del Subbético en Granada (5) y Córdoba (6) y ser estas sierras
uno de los ejes de progresión de la pintura esquemática (7).
Las prospecciones en el Subbético, se han centrado en la transversal Frailes-Jaén, poniéndose al descubierto por lo menos cinco cuevas
con cerámicas impresas e incisas, varios yacimientos eneoliticos de
superficie, un megalito y más de una docena de abrigos con pinturas,
entre otros.
El abrigo del que a continuación damos cuenta, fue localizado estando realizando los calcos de la Cueva del Plato (8) e intentar descendex...al cal,lG!3. del. Q~e.J:lrru~q (fig . .1l y ;retp.on.~B!l~ rlo arrib~, para
comprobar algunos abrigos que se divisaban desde la carretera situada frente por frente.
II
DESCRIPCION
Se sitúa en el Cerro de la Pandera (fig. 2) a media altura y muy·
cerca de los tajos que se cortan a pico sobre el Quiebrajano (Lám. 1,
fig. 1), en up recodo de los afloramientos calizos y realizado posiblemente por una fuerte erosión eólica.
Sus dimensiones son las siguientes: altura máxima desde las cornisa hasta el escalón en donde se efectuaron las pinturas 6 metros;
longitud máxima 15'5 metros. Las pinturas se hallan a lo largo del estrecho banco que transcurre cerca de la base del abrigo, ocupando
una extensión de 1'5 x O' 80 metros.
(5) - Especialmente ver: M. GARCIA SANCHEZ, y J . CARRASCO RUS: «Las pinturas esquemáticas de la " Cal"'ada de Corcuela", en Moclúu. Cuadernos de Arte. Universidad de Granada, XII-24- 1975. Granada, 1975, págs. 183-208. M. GARCIA SANCHEZ y M. PELLICER CATALAN: «Nuevas pinturas esquemáticas en la provincia de Gran.ada». Ampurias, XXI. Barce·
lona, 1959, págs. 165- 182.
(6) J . BERNIER y J . FORTEA: «Nuevas pinturas rupestres esquemáticas en la provincia
de Córdoba. Avance a su estudio». Zephyrus, XIX-XX. Salamanca, 1968-69, págs. 143- 164. J .
FORTEA y J . BERNIER: «Las pinturas esquemáticas de la Cueva de Cholones, en Z8Rrilla
(Priego, Córdoba)t. XI Congreso Nacional de Arqueologfa (Mérida, 1969). Zaragoza, 1970,
págs. 298-301.
(7) P. ACOSTA: cLa pintura rupestre esquemática en Espal"'u. Mem. del Sem. Preh. y
Arq., Salamanca, 1968. Mapa 2.
(81 J . CARRASCO RUS y P. CASTAíffiDA NAVARRO: «Avance al estudio de las pinturas
esquemáticas de la Cueva del Plato. Panel cAt (Ot.iñar, Jaén}». Zephyrus (en prensa).
J. CARRASCO RUS et alll: «Las pinturas rupestres esquemáticas del Cerro del Panderón
(Ot.iñar, Jaén)». Boletin del Instituto de Estudios Jiennenses (en prensa).
- 320 -
[page-n-321]
ABIUGO DE LA m GUERA
3
Garganta del Ouiebrajano
......................................... 8 ...852 W
o
1
·N 852· E
*""·
J •Dogger
1
L _ •Lias Medio Superior
3 4
L _ •L{as Inferior
1 2
:::Km .11, 5 de Jaén al Quiebrajano
Fig. 1. - Corte geol6gico del sector ele la CUeva del Plato y del Abrigo de la Higuera
41
321 -
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4
CARRASCO Y CASTA:&lmA
Fig. 2. - 1: Cueva del Plato; 2: Panel cnterion; 3: Abrigo de la Higuera; 4: Cueva de los Solea; 5 : Abrigo del Poyo de la Mina; 8: Abrigo de loa Berreroa; 7 : Megalito; 8: Poblado Neo-
eneolitico
- 322 -
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ABRIGO DB LA mGUltRA
5
No presenta ningún tipo de relleno, ni condiciones para haber sido
habitado temporalmente, estando todo él recubierto por una pátina
escurridiza (fig. 3).
III
LOCALIZACION GEOGRAFICA Y ACCESOS
El abrigo de «La Higuera» se ubica en el sur de Jaén, por la carrete~f:i..~~ trª~~qw.::r~ ~~ ~§tª..9.~P.Ual ~ ~~.~!)~ 4~. 9J~~~l>r.~j-ªp.Q_{Q J~é.P.l.
en la ladera este de los materiales que forman la garganta que da acceso al valle de Otiñar. Sus coordenadas U.T.M. son 30 SVG 332722,
del mapa 19-38-(947) (Jaén) a escala 1:50.000 del Servicio Geográfico
del Ejército (9).
Para llegar al mismo, el camino más sencillo es tomar desde la carretera del embalse y antes de llegar a la garganta, la pista que existe
a la casa de la <
sur, evitando los cortados del borde del río para luego pasar por la
Cueva del Plato y descender ligeramente hacia él.
IV
SITUACION GEOLOGICA
Los materiales en los que está formado el abrigo de «La Higuera»,
pertenecen al Subbético Externo, en concreto a la unidad GrajalesPandera, así llamada por ser el nombre de los montes más altos que
existen en la misma. Esta unidad llega desde el Valle de Valdepeñas
de Jaén a las proximidades de la capital y está formada casi por completo por materiales del Secundario, fundamentalmente del Jurásico.
El espesor del conjunto de los materiales· jurásicos oscila entre
unos 1.000 m. y 1.400 m., según los distintos sectores que se consideren. Este espesor corresponde a distintos materiales. Así dentro del
(9) El informe geológico ha sido realizado por don Carlos Sanz. de Galdeano Equiza, profesor acljunto del Departamento de Geotectó.nica de. la Facultad de Ciencias de la Universidad
de Granada.
- 323-
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6
CARRASCO Y CAST~A
Cueva de la Hls!.!.!!!!
N
•
1
•
Fig. 3. - Planta y alzado del Abrigo de la Higuera
-
324 -
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ABRIGO DE LA MGUBBA
7
Jurásico siempre el Lías inferior está formado por dolomías y calizas
con un espesor variable de 600 a 1.000 m. El Lías medio y superior
está formado por margas y margocalizas (casi 200 m.).
El Dogger presenta i:nargocalizas y calizas beige y rojas en la base
y encima aparecen calizas ooliticas y pisoliticas blancas, localmente
con nódulos de sílex. Los estratos son de espesor variable, de más de 1
m. a casi tableados, o sea de pocos centímetros de espesor. Se puede
estimar una media de unos 40-50 cm. de espesor por banco. En el sector del abrigo estudiado, el conjunto de las del Dogger tiene un espesor de 200-240 m.
?
Encima del Dogger aparecen unas calizas rojas de .~~os . .O _m~---~~
·espesor·tcitíil, · üyá" a d"e· ·Marm, · uf rféas ·aii f'6si1es (ammonites).
c
ed'
s
m
Tanto en los materiales del Lías inferior, sobre todo las calizas del
techo, como en los del Dogger (calizas) se forman con facilidad cuevas, así como distintos rasgos propios del modelado kárstico. Por esta
razón son muy numerosas igual que las grietas y simas en los relieves
de la unidad de la Pandera, sobre todo si se tiene en cuenta, como ya
se ha indicado, que la mayor parte de los materiales corresponden a
calizas y dolomías. Estas son por otra parte, las que dan los más fuertes relieves en razón de su resistencia a la erosión fisica.
El «abrigo de la Higuer8lt se encuentra situado en las calizas ooliticas y pisoliticas del Dogger y su posición en la estructura 'de este sector puede verse en la fig. l . Es decir, en este sector la unidad forma un
sinclinal de dirección aproximada N20° W cuyo núcleo está ocupado
por las calizas del Dogger. Este núcleo es muy amplio y forma una flexura en rodilla.en su parte oriental próxima a la garganta del Ouiebrajano. El abrigo se encuentra a pocos metros de la charnela de esta
flexura, pero ya en su parte occidental como se indica en la fig. l.
En este mismo sector existen otras muchas cuevas, algunas de las
cuales se encuentran en el mismo paredón de la garganta del Ouiebrajano y son de muy dificil acceso, pues el rfo que circulaba por esta
artesa sinclinal cortó a pico esta ladera. En el caso del abrigo de la
«Higuera», se sitúa entre la repisa en donde está la «Cueva del Plato>>
(10) y el paredón propiamente dicho.
El abrigo se halla a unos 675 metros sobre el nivel del mar (fig. 2).
(10) Bn los abrigos y yacimientos que verem.os a continuación existen dos yacimientos
con el mismo nombre: Cueva del Plato. Uno se ubica en Castillo de Locubin y corresponde a
una cueva con materiales n.aol1ticos y el2.0 , que es al que estamos haciendo alusión, es una
reja con pinturas, situada por encima del rabrigo de la Biguer&J.
- 326 -
[page-n-326]
8
CARRASCO Y CASTABlmA
V
CONSERVACION DE LAS PINTURAS
Las pinturas en su mayoría se conservan perfectamente, habiéndose comprobado la existencia de dos tipos de coloraciones: negro y
rojo.
El negro solamente fue utilizado para algunos motivos de puntos
(parte inferior izquierda del panel fig. 4), no existiendo superposición
comprobada con los motivos en rojq que son la mayoría.
.. .. . Las_pin~w.~s-~P...~.ª~· c.~~~ !laz.i ~.~.4.~ .,eoco atacadas por los materiales ferruginosos que llevan en suspensión
a" iúís" c"omo"süele.. oeug ;·
rrir con la mayoría de las que están realizadas en los relieves calcáreos (11 ).
Para la obtención del calco, humedecimos las figuras ligeramente
con un atomizador fino. de agua, cuidando de no frotarlas, para luego
calcarlas directamente con papel transparente. Además el abrigo fue
documentado con fotografias de rayos infrarrojos y diapositivas.
Todas las figuras están efectuadas con la técnica del trazo uniforme y pintura regularmente absorbida. La tinta es plana y las pinceladas muy seguras, sólo alteradas por las rugosidades de. la roca.
las
VI
DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Por su situación en el abrigo se pueden distinguir tres conjuntos
en las pinturas reflejadas: «a», «b» y «C» (fig. 4).
En el grupo «a» compuesto por cuatro figuras y un conjunto de 20
trazos o puntos irregularmente dispuestos, alternando los de color negro y rojo oscuro. El tamaño de los motivos oscila entre los 18 cm. del
antropomorfo central y los apenas 8 cm. de algunos de los puntos.
El grupo m», está compuesto por tres grupos de puntos o trazos y
tres figuras claramente delimitadas. Todas en color rojo oscuro. Las
dimensiones oscilan entre los 15 cm. de uno de los antropomorfos y
los 7 cm. de uno de los puntos.
El grupo «C» lo componen cuatro antropomorfos, un pequeño círculo y dos grupos de puntos. Las dimensiones oscilan entre los 16 cm. de
uno de los antropomorfos y los 6 cm. de uno de los puntos (fig. 4).
(11) GAl\CIA y CARRASCO, op. cit. not. 5 , pág. 184 y es.
- 326 -
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C UEVA Dt: LA HIG U ERA
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Fig. 4 . - Calco d e 1as pintur as
a
[page-n-328]
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ABRIGO DB LA mGUB.RA
a)
9
Figuraciones esquemáticas
En el repertorio iconográfico de las motivaciones circulares y junto a las que tienen un carácter eminentemente solar, son de destacar
estructuras con unos proyectos figurativos de otra índole.
En el caso de las pinturas esquemáticas del abrigo de «La Higuera», hay un patente predominio del esquema simbólico-antropomorfo,
en una particular forma de concepción redondeada donde el elemento
esencial es el tronco, rodeado circularmente por los brazos, pero, en
este caso destacando también otro esquema circular en relación a la
pelvis y a las piernas, ofreciéndose así una figura parecida a un ocho
·y ·a'travesa'd· pot un ·ejEr venic·aJ;-donde' se · ncluirfa la cabeza· ·et trona
t
;
co y a veces un pequeño apéndice, que algunos autores consideran un
símbolo fálico.
Esta forma de destacar determinadas partes como sfmbolos de la
estructura general va asociada a una concepción del pensamiento
«pars-pro-toto», por el que para un individuo en la fase abstracta o prelógica, una parte puede representar al todo. El culto al círculo y su
concepción como centro se inserta en la idea de lo sagrado como base
. de la religión comunitaria en la fase arcaica, siendo uno de los puntos
más interesantes del análisis del espíritu primitivo.
Uno de los signos.más corrientes en la evolución de los diversos
motivos esquemáticos, es sin lugar a dudas la figuración humana,
planteada en distintos niveles de abstracción y con un sentido progresivo de síntesis expresiva, proveniente de una mayor capacidad, en el
tiempo, de selección.
En las representaciones prehistóricas y primitivas, piensa Wernert,
que las figuras humanas son símbolos «convencionales», apareciendo
las figuras individualmente como es frecuente, y a veces por parejas,
como podemos observar en el conjunto «C» del abrigo que estamos
considerando y en otros abrigos del Subbético (12).
P. Acosta, respecto al posible significado del sfmbolo humano, dice que se trataba de elevar al hombre a su categorfa de protagonista y
en este sentido quizás tenga razón la teorfa que dice, que en las
interpretaciones primitivas, hay una clara identificación de la figura
masculina con el sol y de la femenina con la luna. La homologación
del «hombre con el astro, culmen de su adoración, puede efectivamente indicar un deseo de considerar al hombre como centro» (13).
!121 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5. Ver cCuevas de las Vareas», fig. 8.
(13) P. CAST~EDA NAVARRO: cSemiosis y función simbólica en la pintura esquemática rupestre». (Memoria de Licenciatura. Facultad de Letras. Inédita). Granada, 1978.
- 327 -
[page-n-330]
10
CARRASCO Y CASTAiniDA
El esquema más usado de tipo antropomorfo en el abrigo de «La
Higuera» es ~1 de «Phb griega y «Brazos en Asas», con paralelos muy
claros. B. Brea ve en ellos una gran influencia micénica e incluso le
encuentra semejanzas con las grafías minóicas y micénicas del Palacio de Cnosos, Hagia Triada y Pylos (14). Esta posible asimilación de
las figuras en asa con determinadas grafías es una idea que se hace
cada vez más extensiva, indicando un posible origen de los signos de
la escritura, en la estilización de algunos iconos esquemáticos, que
fueron derivando a signos totalmente convencionalizados. Este es un
tema aún por estudiar y, a pesar de su invalidez cientffica actual, de
gran inter" _ ...............--··· ...... ............. ·-· ... .
és.
.................... .
En este sentido de las posibles analogías entre grafismos y analogismos hubo, entre los historiógrafos de fmales del siglo XIX y principios del XX, intuiciones de relación de los signos prehistóricos y los albores de la escritura primitiva.
Así mismo es interesante apuntar la posible y curiosa relación, al
mismo tiempo, de algunas figuraciones esquemáticas con caracteres
gráficos ibéricos (15).
Los tipos antropomórficos en general han sido interpretados de
una manera esencialmente especulativa, ofreciendo a veces teorías
hermenéuticas tan atractivas como acientificas. En el campo de las
interpretaciones psicoanalíticas -<> supuestamente psicoanalític~ se
han llegado a.explicar algunos dibujos como elementos míticos y relacionados con la fecundidad, a partir de concepciones sagradas de las
cavernas. Concretamente Gómez Tabanera, refiriéndose a un dibujo
esquemático, prácticamente igual a la figura inmediatamente inferior del conjunto «a» del abrigo de «La Higuera» (fig. 4), dice que «tiene
la ventaja de que quizás nos explica, de una vez para siempre, la existencia (... ) de esos extraños dibujos y grabados, conocidos bajo el
nombre de «Vulvas» (16). En realidad, esta suposición no deja de ser
una bella afirmación esotérica.
En lo que se refiere a la existencia de zonas de punteados, con frecuencia asociadas a figuras más claras, hemos de insistir que en el
presente, y en esto coincidimos con Hernández Pacheco y Cabré, no se
puede dar una explicación suficientemente documentada de lo que
(141 L. BERNABO BREA: cLa Sicilia prehistórica y sus relaciones con Oriente y con la
Penlnsula Ibérica~. Ampurias, XV-XVI. Barcelona, 1953-4, págs. 137-237.
(151 M. BELTRAN LLORlS: «Problemas en tomo al signo Ibérico Y». Mise. Arqueolog. 1.
Barcelona, 1974, págs. 141-151.
(161 J . M. GOMEZ TABANERA: cLa caverna como espacio sagrado en la Pehistoria humana~. Public. 1nst. Est. y Folk. «Hoyos Sainzt, V, Santander. 1973, págs. 111- 127.
- 328 -
[page-n-331]
ABRIGO DE LA HIGUERA
11
representan tales signos. Lo que sí es evidente es que tales·manifestaciones pictóricas aparecen con enorme frecuencia, desde el auriñaciense hasta el comienzo de la Edad de los Metales.
Al respecto, analizando Hernández Pachecho las pinturas de la
Cueva de la Araña óbservó la existencia de un conjunto de puntos o
pequeñas manchas irregulares, de color rojo oscuro y con irregular
disposición: «... respecto a su significación, no tengo deducción alguna; no pueden considerarse como representaciones de constelaciones,
ni creo que signifiquen contabilidad alguna, pues no guardan unüormidad ni en la situación, forma, ni en el tamaño» (17).
E;~ t9~0. ~t~-qpp~~~Q. ~P.ªr~q~ ~ IJ\~qudo 1,1,1,1 tipQ _ ºg~ra~~on~s
c;le
icónicas, que generalmente no se han considerado o se han englobado
en los esquemas tipológicos de «peines» o similares. Reflriéndonos, en
concreto, al objeto iconográfico inmediatamente superior, del conjunto «h» de nuestro abrigo creemos que responde a un esquema animalfstico.
Esto reviste una cierta veracidad si pensamos en el sentido tetémico del culto a los animales, que en las fases primitivas, según apuntan algunos investigadores, suponen el culto a los antepasados en la
creencia de que el animal es el sim.il de la reencarnación de los antepasados.
K. Seeberger recoge esta misma idea del parentesco mítico del
animal y el hombre, y es competente la relación que podemos hacer
del concepto de participación mística de Levy-Bruhl, que se basa en la
existencia de una doble realidad anímica en el hombre: por un lado, el
alma salvaje de la naturaleza, identificada en un animal; por otro la
realidad antropomórfica. De ahí que en los esquemas rupestres estas
posibles figuraciones zoomórficas van siempre concatenadas con esquemas humanoides.
Esta proyección anímica-humana en los elementos animalísticos
vienen en cierto modo a demostrar el que los abrigos rupestres hayan
sido desde antaño ubicaciones de índole religiosa, con un evidente origen en las relaciones mítico-mágicas de los ámbitos del Paleolítico.
Las figuraciones zoomórficas del Neolftico y Edad de los Metales están completamente trasladadas a un plano de gran abstracción, con
unas referencias formales bastante diluidas. Las figuraciones más comunes al contexto del culto de lo animal son normalmente, ciervos,
cabras, etc., que suelen ir vinculados a símbolos solares, a símbolos
de la agricultura, o de la virilidad.
117) B. HBRNANDBZ PACHBCO: «Las pinturas prehistóricas de la Cueva de la Araña
IValencia}t. Com. Inv. Paleont. y Preh.• 'Mem. ntím. 34. Madrid, 1924, pág. 27.
- 329 42
[page-n-332]
12
CARl\ASCO Y CASTASEDA
Leach refiriéndose al ámbito de los signos y símbolos y recogiendo
la tradicional idea dial~ctica entre cultura humana y naturaleza,
abunda en la doble sel~cción, en el primitivo, de lo~ mitos de los «ciclos» y las enearnaciones periódicas de la vida, asociadas al triple emblema humano-solar-animal.
VI
CONCLUSIONES
.. ..
...
. ............... ····-···.... ..
Vamos a analizar las pinturas del abrigo de «La Higuera» globalmente, junto con todas las conocidas hasta la fecha, en el Subbético
andaluz. Estudiarlas aisladamente, relacionándolas con otras similares peninsualres nos llevarían a conclusiones erróneas.
Ya decíamos en otro.lugar (18), que las manifestaciones esquemáticas una vez que son plasmadas consiguen tener una vida propia tan
significativa que serian retomadas por hombres y culturas más
tardías, cuando ya los comienzos de la realidad que les dio origen y
sus referencias originarias habrlan sido olvidadas y renovadas por
otras problemáticas. Además hay que tener en cuenta que hablar de
esquematismo es hablar de variaciones que pueden corresponder a
variantes cul~uraies y también a desfases cronológicos, a arcaísmos y
perduraciones (19).
Creemos que gran parte de la problemática cultural que envuelve
a la pintura esquemática se deriva en primer lugar de una falta de conexión con yacimientos arqueológicos propiamente dichos y a su vez
de un desconocimiento manifiesto de la región geográfica en donde
están enclavados los abrigos. A este primer problema habrla que añadir el hecho frecuente de realizarse estudios y síntesis en base a copias y fotograflas de segunda mano, es decir, obtenidas por terceros (20).
En nuestra opinión, consideramos que para estudiar o intentar
aproximarse al fenómeno esquemático, en principio hay que efectuar
una revisión de la gran mayoría de los abrigos conocidos desde anti-
(18) CARRASCO Y CASTAfnmA. op. cit. not. 8.
(19) J. PORTEA: «Grabados rupestres esquemáticos en la provincia de Jaém. Zepbyrus,
XXI-xxn. Salamanca, 1970-71, pág. 151.
(20) Al respecto ver: cDebat sur l'art rupestre de la Peninsule Iberiqu.e et de Francet.
cValcamonlca Symposiwm. Capo di Ponte (Edizione del Centro) 1970, pág. 106 (en especial
algunas observaciones del Dr. Ripoll).
- 330 -
[page-n-333]
ABRIGO DB LA HIGUERA
13
guo y prospectar las regiones en donde se hallen de una forma sistemática. Por otra parte hay que desterrar la vieja idea de considerar el
arte esquemático como un producto residual y degenerado, sin conexión alguna con la realidad en el momento de tratar las figuras, y propio de gentes inhábiles. Múltiples textos, que abordan este tema, apelan a las decadencias artisticas y muchos investigadores caen en el
problema de las interpretaciones, es decir, en el de etiquetar los iconos pictóricos, para así poderlos relacionar incidiendo casi siempre en
lo que vulgarmente llamamos como de «ad usum privatum», para justificar diferencias estillsticas o geográficas. Es decir, en el momento
.de .encuadrar estilistiqan.umte_la~. p~tur~s , se.recurre a .~~r@nq~ personales y poco convincentes como por ej.: «semiesquemáticas», «seminaturalistas», «relativamente ... », «simbólicas~ , «abstractas», etc. calificativos que en la práctica no tienen una aplicación real.
Ultimamente algunos investigadores, considerando este problema
terminológico, han llegado a esta misma conclusión. Al respecto
habría que preguntarse con Jordá: ¿dónde empieza el semiesquematismo y dónde el seminaturalismo1 ¿Cuál es el punto de coincidencia o
modelo para que a lo que a ~osotros nos resulte seminaturalista a otro
investigador le resulte igualmente tal? (21). Es obvia la conclusión de
que estamos bar~ando apreciaciones muy subjetivas y ya va siendo
hora de ir desterrando definitivamente los conceptos vacíos, que vienen a complicar aún más el mundo de la pintura esquemática. Seria
conveniente, hasta que no se aislen sus procesos internos y etapas
evolutivas, seguir denominando a estas pinturas con la. clásica denominación de «esquemáticas» sin más detalles.
Aún hoy día, después de casi un centenar de años de conocerse
las pinturas, es totalmente arriesgado realizar síntesis sobre ellas. Es
necesario documentar perfectamente zonas geográficas bien delimitadas, analizando pinturas y yacimientos para poder relacionarlos en
su dinámica interna para así concatenar fenómenos y llegar al fondo
de la cuestión.
Siguiendo este proceso lógico, hace tiempo que estamos estudiando las pinturas esquemáticas en regiones restringidas de Andalucía
Oriental. Por el momento en Sierra Morena y en las Sierras Subbéticas.
Dentro del Subbético, al cual pertenecen las pinturas que estamos
viendo, hemos delimitado dos zonas geográficas claramente diferenciadas. Por un lado el Subbético Oriental, que comprendería desde sus
(211 F. JORDA CBRDA: «Problemas cronológicos en el arte rupestre del Levante espaAob. Congreso Internacional de Historia del Arte. Tomo I. Granada, 1976, págs. 155-163.
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CARRASCO Y CASTdBDA
comienzos en las Sierras de Cazorla y Segura hasta el Guadiana Menor, y por otro, el Subbético Central que iría desde este rfo hasta el
Genil. Por el nvrte esta región estarla delimitada por las campiñas
jiennenses y por el sur con los montes granadinos.
Es curioso el que se haya venido considerando al Subbético como
un «eje natural en la progresión de las pinturas rupestres esquemáticas» (22), cuando esta zona en la bibliografla antigua sólo· estaba documentada por la «Cueva de las Grajas» y «Collado del Guijarral», estando toda ella en blanco arqueológicamente. Tras los últimos hallazgos, si podemos considerarlo como tal (23).
.. . _ e .1~~.-~Q~ Pl!ñ~~..~~
considerar el Central, menos conocido bibliográficamente y «a priori»
con una problemática cultural sensiblemente diferente. Analizaremos
algunas de las investigaciones relacionadas con él, planteando el posible poblamiento prehistórico con el fm de poderlo relacionar con las
manifestaciones artísticas.
Dejando a un lado las poblaciones paleoliticas, las cuales creemos
se salen del ámbito de las pinturas y las epipaleoliticas, prácticamente
desconocidas por estas l~titudes, habrfa que comenzar por los vestigios neoliticos.
La denominada «Cultura de Cuevas» (24) con cerámicas decoradas impresas o incisas, está ampliamente documentada. De Oeste a
Este tendríamos que comenzar con la «Cueva de los Murciélagos» de
Zuheros (Córdoba), cuya secuencia estratigráfica abarcarla desde un
Neolitico Medio antiguo hasta un Neolitico Fina1/Eneolitico (25). En la
provincia de Jaén, procedentes de la «Cueva de la Chatarra» y «Cueva
del Plato» (Castillo de Locubin), se hallan depositadas en el Museo Arqueológico de Jaén una serie de vasijas con decoraciones incisas principalmente, relacionadas muy posiblemente con algunas cerámicas
del Estrato IV y V de la «Cueva de los Murciélagos» (26), geográfica-
(22) Pilar Acosta asilo recoge como tal. ACOSTA, op. cit. not. 7. FORTEA también lo considera as(, ver: FORTEA Y BRRNIER, op. cit. not. 6.
(23) Hoy día, si hay pinturas documentadas en todo el Suhbético, asi como gran cantidad
de yacimientos arqueológicos de diverso tipo.
(24) Segó.n la terminología propuesta por P. BOSCH GIMPRRA: «Problemas de las civilizaciones del Neo-RneoUtico Occidental y de su cronolog(u. IV Congre. Inter. Cienc. Preh. y
Protoh. Madrid, 1954. Zaragoza, 1956, pAga. 643-655.
(25) A. M. VICRNT ZARAGOZA y A. M. ~OZ AMn..IBIA: cSegunda Campaña de Excavaciones: La CUeva de los Murciélagos, Zuheros (Córdol)a), 1969». :Exc. Arq. en España, 77.
Madrid, 1973.
(26) VICRNT Y ~OZ, op. cit. not. 25. Ver fig. 19. Estrato IV, ftg. 25. Vaso de la forma
dob. fig. 27. Vaso de la forma c<ñ.
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ABRIGO DI LA HIGUBRA
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mente cercana. Más hacia el Este está la «Cueva del Cazljorro» que se
sitúa en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz, prolongación de las
Peñas de Castro (término municipal de Jaén). ne· este yacimiento proceden algunas cerámicas con decoración impresa a peine o punzón,
representando principalmente «dientes de lobo» debajo de lineas paralelas también impresas (27). Cercano a esta cueva se ubica el «Cerro
Veleta», situado en la Sierra de los Propios, delimitado por el arroyo
de la Parrilla al Oeste y Norte, el río Ouiebrajano al Este y al Sur por
el Cerro Calar, del cual proceden gran cantidad de sílex y algunas cerámicas impresas e incisas con la técnica del «punto en raya» (28).
Más hacia el Este, en el Macizo de Sierra Mágina se h~l!ª- la «.Cu~:v.~
derGuadalijan (Hiielriial{2.9): d·e la ciúii pro.céde un vaso con decoración impresa (30).
En la provincia de Granada, en el limite meridional del Subbético,
habría que mencionar la «Cueva de la Carigüela» (Piñar) (31) conocida
sobradamente y la «Cueva del Agua» de Prado Negro (Iznalloz) (32) de
la cual proceden las cerámicas impresas con motivos antropomórficos.
Estas cuevas se hallan en los afloramientos calcáreos Secundarios
y Terciarios en altitudes medias que oscilan sobre los 1.000 m. sobre
el nivel del mar. El hecho de estar la mayoría de estos yacimientos sin
excavar nos restringen en gran parte la visión que pudiéramos tener
de estas primitivas poblaciones. Sin embargo, por sus habitats ciertamente similares, en lugares escarpados de dificil acceso se nos aparecen estos asentamientos humanos como formando parte de un mundo
bastante homogéneo.
Los únicos datos socioeconómicos que podemos obtener de estas
poblaciones ~ogloditas, además de los puramente geográficos y en
1
(27) Las cerémicas se hallan en poder de don José López Murillo, vecino de Jaén.
(28) GRUPO DE BSPELEOLOGIA MONT.AimROS DE JAEN: «
(29) En abril de 1977 realizamos una prospección a dicha cueva en compaiUa de nuestra
compaiiera M.• S. Navarrete Enciso, pudiéndose comprobar que toda ella está cubierta por
un venero de agua.
(30) Los fragm. ntos cerámicos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Jaén,
e
a cuyo director don Juan González Navarrete le debemos la noticia del hallazgo.
(31) M. PBLLICER CATALAN: «El Neolítico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pifiar (Granada)». Trablijos de Prehistoria. XV. Madrid, 1964.
(32) M. S. NAVARRETB ENCISO: «Avance al estudio del material de la Cueva del Agua
de Prado Negro (Iznalloz-Granada). Algunas cerémicas impresaS». XIV. C.N.A. (Vitorla,
1975). Zaragoza, 1977, págs. 367-376. Un estudio más completo sobre el mismo yacimiento
puede encontrarse an CUadernos de Prahistoria, nóm. 2 de la Universidad de Granada (en
prensa).
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CARRASCO Y CASTAREDA
cierto modo ecológicos, derivados de las prospecciones efectuadas y
de lo que se puede dilucidar de las propias pinturas, son los que nos
ofrecen las excavaciones realizadas en «La Carigüela» y «Cueva de los
Murciélagos», muy escasos ciertamente. El estudio de la fauna de la
primera de las citadas, no ha sido efectuado, siendo fundamental para una mejor comprensión del cardial en Andalucía Oriental. La fauna de la segunda cueva, estudiada muy escuetamente (33), nos indica
la existencia de especies domesticadas con un porcentaje relativo de
animales salvajes. Esta misma cueva ha proporcionado trigo (Tr. Dicoecum y Tr. aestivum) y cebada.
· · · · ........ - · · · · · · ... De-lo..anterior, p.odemos deP. 9ir:
economía basada en una agricultura rudimentaria " .e.species docon
mesticadas, completada é:on la carne que proporcionaba la caza, que
por estos lugares hubo~de ser muy abundante.
Hasta la fecha en esta región, los únicos niveles antiguos con cardial conocidos son los basales de la Carigüela, no conociéndose su posible entronque con un momento anterior epipaleolítico que muy fácilmente exista en ella. Pese a todo nos inclinamos a pensar que estas
poblaciones tuvieron una evolución «in sitw a partir de un Paleolítico
(ampliamente documentado) y Epipaleolitico (sin documentar) tomando del exterior ciertas adquisiciones neolíticas que acabarían por modificar más o menos profundamente su identidad cultural (34).
Gran parte de las cuevas que hemos visitado, son difíciles de estudiar, por haber sido afectadas por grandes cataclismos. Fruto de los
cuales, ha sido la desaparición de gran parte de ellas.
Muchas de estas cuevas pervivieron durante el Eneolitico, como
sucedió con la «Carigüela» (35), .«El Canjorro», «Cueva del Plato», «Cueva de la Chatarra», etc. A partir de estos momentos nuevas cuevas
son habitadas por primera vez, como pudo suceder con la «Cueva de
la Pintá» (Piñar) (36), «Cueva del Castellón» (Campotéjar) (37). Los habitats al aire libre empiezan a ser más frecuentes, como por ej.: el «Cerro de San José» (Alcalá la Real) (38), «Torre de Mingo Andrés»
(331 ytCBNT y MURoz. op. cit. not. 25, pág. 99 y ss.
(341 J . GUILAINB: ILa neolitizaci6n de las costas mediterráneas de Francia y Españu.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonenses, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 40.
(35) PELLICBR, op. cit. not. 31.
(361 M. D. ASQUERINO: cCUeva de la Pintá (P.I.t1ar-Granada)J. Not. Arq. Hiap., núm. XVI.
Madrid, 1971, págs. 77-157.
·
(371 J. C. SPABNI: «La cueva sepulcral Neo-Eneolftica del Cerro del Castell6n, en Campotéjar (Granada)•. Speleon, año IX. núm. 34. Oviedo, 1958, págs 3-21.
(38) El yacimiento se halla en el cerro del mismo nombre, muy cercano al casco urbano
de Alcalá la Real. En superficie hay una abundante industria residual de sflexjunto con cerámicas de clara tlpologia eneol1tica.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
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(Moclín) (39), «Los Arenales» (Loja) (40) y «Sierra Martilla» (Loja) (41 ).
Problemas diferentes son los que ofrecen los yacimientos de las «Peftas de los Gitanos» (Montefrío) (42), en donde sobre un sustrato poblacional del Neolítico Final se va a desarrollar una población aculturizada hasta bien entrada la Edad del Bronce.
Algunas de estas cuevas a su vez fueron utilizadas para enterrar,
como sucedió en el «Cerro del Castellón» (Campotéjar) (43), «La Zorrera» (Moclín) (44). Otras sólo fueron utilizadas como sepulcros, por ej.
la «Cueva del Frage» (45) (Iznalloz).
Los monumentos funerarios megalíticos son frecuentes, especialmente.. en.J.a. región. g¡:anadina ...Recordemos..las ..necr.ópolis .de Mon= .
tefrfo (46) ampliamente conocidas y las aún inéditas de «Los Arenales»
y «Sierra Martilla» en Loja (47), además de los megalitos de Tozar
(48). En la provincia de Jaén, este tipo de enterramientos aparecen
aisladamente, no formando grandes conjuntos, estando en su mayoría ligados al círculo granadino como por ej. los de Alcalá la Real
(49), «La Guardia>) (50) y Cerro Veleta (51). En la vertiente jiennense
(39) El yacimiento se ubica en la parte alta de la denominada cTorre de Mingo Andrés».
En superficie aparece gran cantidad de.cerámica y silex. En él efectuaron algunas catas de
prospección Garcfa Sánchez y Pellicer, hallando gran cantidad de cerámicas principalmente
fragmentos de bordes de platos eneolíticos y hachas de piedra.
(40) En una prospección que efectuamos uno de nosotros (J. Carrasco) en el téimino de
Loja, se descubrió una necrópolis de cistas megaliticas en el lugar denominado «Los Arenales». Las tumbas en gran parte aparecen violadas desde antiguo. En superficie hay una gran
cantidad de sílex y algunos fragmentos cerámicos lisos.
(41) El yacimiento de Sierra Martilla, inédito totalmente, está compuesto por poblado y
ocho megalitos en gran parte violados.
(42) A. ARRIBAS PALAU y F. MOLINA GONZALEZ: «El poblado de Los Castillejos en las
Peñas de los Gitanos (Montefrio, Granada). Resultados de las campañas de 1971 y 1974•.
XVI C.N.A. (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 389-407.
(43) Según comunicación verbal de su óltimo excavador Federico MoliDa.
(44) GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5, pég. 168.
(45) M. GARCIA SANCHEZ y J. CARRASCO RUS: «Enterramiento de la E.dad del Bronce
de la Cueva de Frage, en el Cerro Oscuro (lznalloz, Granada)». Cuadernos de Prehistoria,
nóm. l. Granada, 1976, págs. 119- 124.
(46) C. MERGELINA: «La estación arqueológica de Montefrio (Granada): l. Los dólmenes». Boletin del Seminario de Arte y Arqueología, VIII. Valladolid, 1942, págs. 33- 106.
(47) Son especialmente interesantes los megalitos de «Sierra Martilla~t, entre los cuales
posiblemente haya alguno intacto. La tipología de estos sepulcros es bastante extraña, no conociéndose paralelos en la región.
(48) GARCIA y PE.LLICER, op. cit. not. 5, págg. 167.
(491 M. GONGORA MARTINEZ: «Antigüedades Prehistóricas de Andalucfa~t. Madrid,
1868. En el término de Alcalé la Real, Góngora señaló la existencia de varios dólmenes: «Dolmen del Hoyóm, del cHerradero• y de la cCorcojalt.
(50) GONGORA, op. cit. not. 49.
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CARRASCO Y CASTA:AxDA
van a predominar y desarrollar los enterramientos en «cuevas artificiales». De cronología antigua pudo ser la que estudió Góngora entre
Torres y Albanchez (52), así como la de «Cabra del Santo Cristo» (53).
Más modernas serian las de los «Marroquíes Altos», las cuales cronológicamente creemos que coincidirían con los comienzos del «Argar A»
en el Sudeste (al filo del II milenio a. C.) y perdurarían posiblemente
hasta un Bronce Tardío (54). Igual puede decirse de la «Cueva de Caño Quebrado», considerada durante largo tiempo como eneolitica
(55), principalmente por el tipo de enterramiento, ya que sus materiales cerámicos estudiados últimamente (56) pueden encuadrase per. ··· ····· · · ................ · ......... fectamente-en un·momento·evolueionado·del Argal' B y . aún durante el
Bronce Tardío. Enterramientos en cueva natural, posiblemente
eneoliticos, podrían ser los de Torre del Campo, de la cual procede el
célebre ídolo del mismo nombre (57).
La Cultura del Argar en esta región se conoce de forma aculturizada. Tipológicamente sus comienzos o «Fase A» es desconocida. Creemos que este lapsus de tiempo transcurrido, que a «groso modo» podemos situar entre los comienzos del II milenio a. C. y 1.650 a. c. aproximadamente, estarfa cubierto por formas eneoliticas retardatarias representadas bien por las cuevas artificiales o bien por poblaciones
campaniformes tardías (58). A una fase «lb, pueden pertenecer las se-
(5 1) M. CHICOTE UTIEL y J . LOPEZ MURII.LO: tNuevas pinturas rupestres en Jaém.
Boletin del Instituto de Estudios Giennenaas, núm. LXXVUI. Jaén, 1974, pég. 13.
(52) GONGORA, op. ci.t. not. 49, pégs. 77 y 78.
(53) B. BERDIGHEWSKY SCHER: «Los enterramientos en cuevas artificiales del Bronce
I Hispénico». Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. VI. Madrid, 1964, pég. 136.
(54) R. ESPANTALEON JUBES: cLa necrópolis en cuevas artificiales de Marroqufes Altos: Cueva Ilh. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XXV. Jaén, 1960, pégs. 35-47.
IDEM: «La necrópolis eneolftica de Marroquies Altos•. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XIII. Jaén, 1957, pégs. 165-171. M. R. LUCASPELLICER: «Otra CUI!Va artificial en la
necrópolis Marroqufes Altos de Jaém. Exc. Arq. en Espal1a, n6m. 62. Madrid, 1968. La revisión de algunos de los materiales de esta necrópolis puede verse en: CARRASCO RUS et alli :
«Influencias argérlcas en la provincia de Jaém. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses
(en prensa).
(55) R. GARCIA SERRANO: «Hallazgos eneoliticos en la provincia de Jaém. Boletin del
Instituto de Estudios Giennenses. X, núm. 40. Jaén, 1964, pégs. 9-16.
(56) CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(57) A. BLANCO FREIJEIRO: «Die Altesten plast.iscben Menschen-Darstellungen der Iberischen Halbinsel.t. Madrider Mittellungen, 3, Heidelberg, 1962, pégs. 11-20. En esta cueva
de Torre del Campo, tenemos noticias de la existencia de pinturas esquemáticas asf como de
restos cerémicos.
(581 CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
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pulturas individuales en cuevas o recovecos de Castillo de Locubin
(59) ·y la cista de «Villalobos» en Alcalá la Real (60).
En la región granadina, este período está documentado tipológicamente con la espada y alabarda·de Montejicar (perfectamente estudiadas) (61) y cronológicamente con los estratos altos de-«Los Castillejos» (Montefrío) (62). ·
. Resumiendo lo anterior, podemos inferir que en el Subbético Central hubo un asentamiento de poblaciones desde tiempos paleoliticos
y un poblamiento denso a partir de un «Neolitico de Cuevas» hasta un
Argar aculturizado.
...GQ;Q. ~~~s.. primitiv.o.s.. nú.cle.o.s. de. población, .. hemos.. de .. relacionar
los abrigos con pinturas que conocemos.
En la provincia de Córdoba están documentadas las cuevas de
«Cholones» y «Murcielaguina» en el término de Priego, «Murciélagos»
en Zuheros y «Colorada» en Cabra (63). Fortea se:ii~ó cerca de estas
cuevas, yacimientos ricos con cerámicas a la almagra y otras que fecha tipológicamente en el «Bronce l». Para la «Cueva de los Murciélagos, ya hemos visto su. estratigrafia, de fácies neolitica.
El núcleo de pinturas de Moclin y Tozar-Limones está compuesto por los siguientes abrigos: «Cueva de Limones», «Cuevas Bermejas», «Pedriza del Pe:iiascal», «Cueva del Cortijo de Hiedra Alta»,
«Cueva del Hornillo de la Solana», «Cueva de la Ara:iia», y «Cueva de
las Vereas» (64). De estas cuevas que no son tales sino abrigos efectuados por una fuerte ·erosión eólica, no hemos podido localizar la pintura aislada de la «Pedriza del Peiiascal». Cercanos a estos abrigos están los poblados anteriormente aludidos de 1~ «Torre de Mingo
Andrés», «Las Peñas de Los Gitanos», las cuevas de la «Chatarra» y el
«Plato», el poblado de «San José», etc. De importancia es la cabra
montés grabada, que aparece en un ortostato de un megalito destruido de hi Peña de los Gitanos (65).
(59) La noticia de este yacimiento fue recogida por Corrall Maurel en el diario ddeab de
Granada con fecha del22 de enero de 1967. El estudio de Jos materiales puede verse en: CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(601 La cista descubierta en 1972, en un lugar próximo a la aldea de Villalobos (Alcalá la
Real) por don Antonio Muftoz Molina, ha sido dada a con.ocer por: CARRASCO et alli, op. cit.
not. 54. '
(61) H. SCHUBART: «Las alabardas tipo Montejican. Estudios dedicados al profesor Pericot. InstitutO de Arqueología y Prehistoria de la Universid.ad de Barcelona. Publicaciones
eventuales núm. 23. Barcelona, 1973, pégs. 247-269.
(62) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. not. 42.
(63) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6.
(641 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5.
(65) G. y V. LEISNER: «Die MegalithgrAber der Iberischen Halbinsel. Der Sildem. Berlin,
1943. Grupo 25: Montefrlo. Tafel, 152, núm. 6.
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20
CARRASCO Y CASTAR'XDA
El núcleo de pinturas de Jaén, está en relación con la «Cueva del
Canjorro», «Cerro Velet~ , «Cueva del Guadalijan, etc. Las pinturas
detectadas hasta la fecha son: «Cueva del Estorib, «Cueva de los Herreros», «Poyo de la· Min~ , «Cueva de los Soles», «Cueva de los Bastianes.», «Cueva de los Molinos», «Cueva del Canjorro», «Cueva de Castro»,
«Fuente de la Peña», «Cerro de la Mella», «Cueva del Plato» (4 paneles),
«Abrigo de la Higuera» {objeto de este trabajo), «Cueva de las Grajas.»,
etc. Las pinturas aparecen en abrigos, aunque se han aprovechado algunas rajas para el mismo fin.
En conjunto, comprobamos como los abrigos con pinturas y yacimientos. formaiLUil.bloque, .en..el cu(ll nQ. $~ ve ~a ~vQ.l.u,9iQn..e~~rn~
manifiesta, pero que su dinámica interna si se hace eco de los avances
que se están produciendo en las zonas limítrofes y concretamente costeras.
Las pinturas son bastante similares, apareciendo grupos humanos
aislados, grupos animales, escenas de caza, etc. Armas no suelen aparecer ni escenas de domesticación aunque se han querido ver algunas
de ellas en la «Cueva de las Grajas». Los animales que se representan
podemos considerarlos como salvajes, por ej.: ciervos y cabras monteses. Motivos frecuentes {sobre todo en Jaén) son los soles. Las figuras.
humanas más comunes, son las de «brazos en asas» y de tipo «cruciforme». Como atavíos personales sólo se documentan algunos personajes· con una especie de sombrero o «cubre-soles» (66).
Una vez vistos de pasada los diferentes asentamientos y pinturas
en estas sierras, habrfa que considerar uno de los problemas más acuciantes del fenómeno esquemático: el de su cronología.
En principio tendríamos que considerar las fechaciones que hari
ofrecido los investigadores que han trabajado sobre esta región. Por
orden cronológico, hemos de comenzar por los estudios de Garcia
Sánchez y Pellicer en el núcleo de Moclin (67). Fechan algunas de las
pinturas en el «Neolitico 1». Otras que consideran de transición las
sitúan en el Eneolitico Inicial, y por último, las más tardías, por sus
semejanzas con algunos ídolos almerienses, en un Eneolitico Final posiblemente. Respecto a los orfgeiles, indican que son pinturas con contactos claros con las de Jaén y Ciudad Real y con relaciones, quizás de
origen en el Sudeste y Levante. Intrínsecamente deducen tres etapas
para las pinturas: 1.0 Neolítico l. 2.0 Eneolitico Inicial y 3.0 Eneolitico
Final.
(66) CARRASCO et alii, op. cit. not. 8.
(6 7) GARCIA y PBLLICER, op. d t. not. 5.
- 338 -
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21
Bernier y Fortea estudiaron las pinturas del SE de Córdoba (68).
Para los cuadrúpedos representados en ellas, dan una fecha no anterior al Bronce I . Para los ídolos aculados, en tomo a los comienzos del
Bronce I y para las figuras humanas de «brazos en asas» (similares a
los antropomorfos impresos en las cerámicas de la Cueva del Agua de
Prado Negro) una cronología que oscila sobre el Bronce I . Por último
dicen que el conjunto de pinturas rupestres de la franja Subbética en
la provincia de Córdoba se sitúan cronológicamente a lo largo del
Bronce I Hispánico.
Después de estas opiniones, tendríamos que ver otras que aunque
............................ son.aplicables..a un ..espectro...z:egional más ..amplio, creemos.que son . fun~.
damentales para lo que estamos tratando. Algunas de las cronologías
que se han dado están relacionadas a veces con la pintura levantina,
porque se quiera o no, la pintura esquemática tradicionalmente siempre ha estado en función de ella, tanto por cronología como por estilo.
En algunos de los investigadores siguientes se pone de manifiesto este
problema.
Breuil que recogió en sus síntesis algunas de las pinturas de esta
región (por ej. la «Cueva de las Grajas») consideraba el esquematismo
como un arte pictórico preneolltico, enriquecido posteriormente con
motivos mucho más esquemáticos que llegarían a la Península durante el Neolltico y Eneolltico (69).
Pilar Acosta, ve el nacimiento del esquematismo como un fenómeno bastante tardío, quizás de finales del Neolltico como fecha más
temprana y considera que en las zonas de Levante y Sudeste, resulta
claramente posterior a las pinturas típicas de esta área, dadas las superposiciones (70).
Pericot, refiriéndose a las pinturas levantinas, considera que al
evolucionar en las montatias del Sudeste, se transforman en formas
esquemáticas y simbólicas imponiéndose en toda Sierra Morena y comarca gaditana y acaban por ocupar toda la Península (71 ).
Beltrán afrrma en sus múltiples trabajos que el fmal del arte levantino se puede establecer con bastante fJjeza, por la aparición de
las pinturas esquemáticas y representación de objetos datables desde
(68) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6 .
(69) BREUIL, op. cit. not. 3.
(70) ACOSTA, op. cit. not. 7, pág. 184.
(71 1 L. PERICOT GARCIA: «Reflexiones sobre la Prehistoria Hispánica». Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Madrid, 1972, pág. 51.
-
339 -
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22
CARRASCO Y CASTASliDA
el2.345 ±80 de Los Millares hasta ell500 o algo después a. C. Es decir, que explica los epígonos del arte levantino por el nacimiento del
arte esquemático (72).
Por último, Jordá en algunos de sus estudios, propugna una contemporaneidad y un origen más o menos común para la pintura esquémática andaluza y la estilizada levantina (73), naciendo ambas
tendencias en una región del Sudeste español, comprendida entre el
Norte de Alicante y la parte occidental de Almerfa (74).
En un trabajo paralelo (75), que hemos realizado sobre el panel
«A» de la «Cueva del Plato» (unos 30 m. por encima del Abrigo de la Hi.-guera)..damos..una s. .rie_ ..similitudes..con _sus pintur.as,_.b as.adas prine de
cipalmente en algunas decoraciones de objetos muebles como pueden
~er las cerámicas. Resumiendo, las conclusiones a las que llegamos
nos indican que las pinturas rupestres esquemáticas en la Península
tienen sus orígenes en zonas restringidas del Sudeste. Para sus inicios,
propugnamos una cronología relacionada con un cardial. Un primer
gran desarrollo de la pintura corresponderla a un Neolitico Medio de
Cuevas, momento de la tipificación de las cerámicas impresas e inicios de las incisas. Un segundo «flourib de la pintura correspondería
con la «Fase Millares b , momento en el que se fechan las «Cerámicas
simbólicas» y los ídolos planos (mediados del m milenio a. C.) (76).
Los epígonos de esta pintura los hemos situado en función de la región
arqueológica a estudiar.. Para la zona geográfica que estudiamos, no
creemos que perdurara hasta un momento tardío de la Edad del Bronce (77) apoyándonos para esto en los yacimientos de la zona.
En fechas absolutas y en base a las aportadas por el e14 en la
«Cueva de los Murciélagos» (78), nos atreveríamos a situar unos orígenes en los albores del V milenio a. C., y sus perduraciones no las llevaríamos más allá de mediados del n milenio a. C.
(72) A. BBLTRAN MARTINEZ: cA.rte rupestre levantino». Zaragoza, 1968. IDEM: cElarte rupestre levantino». Historia 16, febrero, 1977, pAga. 91-98.
·
(73) F. JORDA CERDA: «Notas para una revisión de la cronologfa del arte rupestre levantino». Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, pégs. 47-76.
(74) JORDA, op. cit. not. 73.
(76) CARRASCO y CASTAlmDA, op. cit. not. 8.
(76) B. BLANCH: «Die Anfánge d.e r Metallurgie auf der Iberiachen Halblnseb. S. A. M ., 4.
Berlin, 1971, péga. 51 y as.
(77) Los yacimientos cercanos a loa abrigos con pinturas n.o se pueden remontar cronológicamante més allé de un Bronce aculturizado, que corresponderla a los epfgonos del Argar o
aJ Bronce Tardfo.
(78) J. GUILAINE: eLes Recentes Orientations du NeoUthique anclen en Mediterranée
OccidentaJe». Rev. Atlántica, nlÍDl. 1, 1976, péga. 1-15.
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ABRIGO DB LA HIGUERA
23
Esta cronología chocaría con la propugnada para la pintura levantina (79) en cierto modo paralela. Por eso nos hemos referido anteriormente a los estudios de Beltrán y otros principalm- nte.
e
No vamos a entrar en la problemática de la pintura levantina,
fundamentalmente por no tener un conocimiento arqueológico «in sitw profundo de la región geográfica en donde se ubica, ni de sus posibles conexiones con la esquemá~ca (quizás las comprobemos o no,
cuando hayamos terminado de éstudiar y revisar los abrigos de Sierra Morena). Sin embargo, y en apoyo de la fechas que hemos ofrecido, se nos ocurre una pregunta lógica, y es la siguiente: si las pinturas
levantinas cubren las manifestacionQs artísticas. .con. el. ..transfondo
se le· -q'uiei·a dar, dtrrante.un Íargo.lapsus de tiempo (VI-II milenio
s
a. C.) (80). ¿Qué manifestaciones artfsticas hubo durante ese tiempo
en Andalucía Oriental? ¿Es que hasta finales del III milenio (fecha célebre del 2345 a. C.) las poblaciones prehistóricas asentadas en estas
regiones del Sudeste no tuvieron un tipo de manifestaciones artísticas? ¿Es que hubo vacio cultural? o ¿poblacional?
Tras las fechas absolutas obtenidas en lugares hinterland, como
puede ser «Los Murciélagos» de Zuheros, en las últimas estribaciones
Subbéticas, podemos considerar a la vista de yacimientos como La
Carigüela y otros no conocidos bibliográficamente (81), que el poblamiento prehistórico hacedor de las pinturas levantinas, está ampliamente documentado en Andalucía Oriental. Las motivaciones artfsticas como hemos visto también están presentes (82). Tradiciones pictóricas existen desde el Paleolítico como está demostrado en algunas
cuevas malagueñas (83) y últimamente por algunas cuernas de bóvi-
que
1791 Especialmente ver BELTRAN op. cit. not. 72.
(801 BELTRAN, op. cit. not. 72.
(81 1 Son abundantfsim.a s las cuevas con material neolítico en la provincia de Granada
que no son conocidas bibliográficamente. En Jaén, arqueológicamente poco conocida, también son frecuentes estas cuevas, sirviendo de nexo de unión entre el Sudeste y las estribaciones cordobesas.
(821 CARRASCO y CASTA:fmDA, op. cit. not. 8.
(S31 Por ej. en Ardalea: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Doña Trinidad de Ardalea».
Mélaga, 1963. IDEM: «La Cueva de Doña Trinidad de Ardalea». Misc!llánea en Homen¡:ije al
Abate Breull, tomo l . Barcelona, 1974.
Nelja: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Nelja, Málaga». Excma. Diputación de Málaga, 1962. J . PEREZ DB BAlU\ADAS: d.a Cueva de Nelja, Málaga. Avance a su estudiO». Delag. de Bxcav. Arqueológicas en Málaga. Madrid, 1961.
Pileta: E. BREUIL, H. OBBRMAIER y W. VERNER: «La Pileta é Benaojan (Málaga, Espagnelt. Institut de Paleont. HumaJne. Monaco, 1915. J . A. BULLON y M. LORETO: «Dos
nuevas pinturas en la Cueva de la Pileta». Monograftas espeleológlcas, 2. Málaga, 1973. L. R.
DAMS: «L'art de la caverna de la Pileta. Essai sur l'ecole d'art paleollthique Medlterraneém.
Travaux de' l'Instltut d'art Prehi.storique, XIX. Toulouse, 1977, págs. 39-92. S. GIMENEZ
REYNA: «La Cueva de la Pileta». Málaga, 1963. J . PEREZ DE BARRADAS y M. MAURA Y SALAS: «Nuevos descubrimientos de la Cueva de la Pileta. Benaojan. Málaga». Madrid, 1936,
etc.
-
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24
CARRASCO Y CASTA:RBDA
dos ·grabados de la región de Alfacar (84). Entonces y considerando hi
tesis de Jordá, creemos por el momento, en un desarrollo si no anterior, por lo menos paralelo a las· otras pinturas rupestres post-paleoliticas de tipo levantino. En el caso de las esquemáticas, arrancarían
sus orfgenes desde un cardial o cerámicas antiguas impresas, continuándose con momentos más o menos álgidos y cuyos epfgonos dificiles ·de precisar, estarfan en consonancia con el tipo de poblamiento
antiguo de la región en donde se hallen, en función principalmente de
Este a Oeste y de Sur a Norte .
.. . . •.. ·········- --···-·
......
..... _, ..............
........ '"'" .............. .. .
(84) J . CARRASCO RUS, l . TORO MOYANO, M. ALMOHÁL.LA GALLEGO y J . GAMIZ JI:
MBNBZ: cNuevos hallaz.goa Paleolíticos en la Provincia de Granado (en prensa).
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