El monasterio de Punta de l'Illa de Cullera
Miquel Rosselló Mesquida
2019
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El monasterio de Punta de l’Illa
de Cullera
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Uno de los episodios narrados en la pasión de san Vicente
(Passio, XXII, 23-26), ya al final del relato hagiográfico, alude al deseo del gobernador Daciano de deshacerse del
cuerpo del santo diácono, por lo que ordena que sea
trasladado lejos en una barca y lanzado al mar. Eumorfio,
encargado de ejecutar las órdenes de Daciano, cuando
había perdido de vista las montañas y por temor a internarse en otra provincia (conventus), fuera de su jurisdicción, se deshizo del cuerpo hundiéndolo en el mar. El
cuerpo llegó milagrosamente a una curvada playa donde
la arena lo resguardó formando un túmulo que, al poco
tiempo, los cristianos del lugar preservaron y adornaron
para rendirle culto secretamente.
Esta narración de la passio que describe el periplo
de los despojos del mártir y su llegada milagrosa a una
◁ Cruces de bronce decoradas que aparecieron
en el edificio central de Punta de l’Illa.
playa, se ha relacionado geográficamente con el Sinus
Sucronensis, más concretamente con Cullera (Portus
Sucrone), zona donde desemboca el Júcar (Sucro), río
donde se hallaba el límite entre provincias, y también
con las playas inmediatas al cabo de Cullera (la punta de Mediodía). En las proximidades, al menos desde el siglo xvi, existía una ermita dedicada a los santos Vicente, Lorenzo y Valero, actualmente ermita de
la Font Santa o de San Lorenzo. La dedicación a San
Valero, certificaría que nos hallamos ante un primitivo
santuario vicentino.
Esta descripción topográfica, ya plasmada en época medieval en una tabla gótica dada a conocer por la
doctora M.ª D. Mateu, junto con la alusión, en el epitafio
del obispo Justiniano de Valencia, a una isla donde fundó un monasterio, parecen remitir a un lugar común, el
islote donde el devoto obispo mandó erigir un monasterio que conmemorara el lugar de arribada del cuerpo del
mártir, tal como ya hace cuatro décadas el profesor Enric
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Llobregat argumentó magistralmente. Este sería el motivo de la fundación del monasterio en este islote.
Los restos arqueológicos del monasterio
El pequeño islote fue un lugar frecuentado desde la
prehistoria, fue un embarcadero en época ibérica (materiales fenicios y griegos) y en época romana cabe la posibilidad de que hubiera un santuario pagano, tal como
apuntan los hallazgos de una estatuilla de Hércules en
bronce y un cazo con dedicación votiva, de plata con incrustaciones de oro y escenas de Júpiter.
Sin embargo, las únicas estructuras excavadas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, por el Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de la Diputación de
Valencia, corresponden al periodo visigodo.
En la isla se documentó un conjunto de construcTablas con escenas del martirio de san Vicente.
Escuela de Juan de Flandes, siglo xvi.
Colección Levante-EMV.
ciones rodeadas por un muro de protección. En el centro
del islote, en lugar destacado, se levantaba un edificio rectangular, con muros de mampostería asentados sobre cimientos de 1,10 m de anchura, con unas dimensiones de
13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos. Este
edificio presentaba peculiaridades que lo diferenciaban de
los otros, como su ubicación privilegiada en el centro de la
isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la
solidez de sus muros, mejores acabados, presencia de un
pavimento de opus signinum de 10 cm de grosor; enlucidos parietales; elementos arquitectónicos de cierta riqueza
como una pilastra in situ con basa moldurada, tal vez de
una mesa de altar auxiliar; una pequeña basa de mármol,
quizás de una columnilla de ventana, y fragmentos de cruz
de piedra tosca calcárea con restos de pigmento cobrizo.
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Estas peculiaridades apuntan a un edificio cultual,
como iglesia o capilla conmemorativa.
Además, de allí proceden significativos materia-
merosos fragmentos recortados de pared de ánfora con
dibujos incisos formaran parte de las actividades didácticas de los monjes.
les de carácter litúrgico: una gran pátera de mármol
Por último, en la parte oriental de la isla se concen-
blanco, dos cruces de bronce de un lampadario, una
traban tres construcciones de planta rectangular dis-
de ellas decorada con pequeñas aspas que dibujan un
puestas en batería, sin divisiones internas. Realizadas en
arbor vitae.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y presen-
En el mismo edificio se recuperó un tesorillo de mo-
taban dimensiones de 10 x 4,20 m, para la más pequeña, y
nedas y un ponderal bizantino de bronce de un solidus.
19 x 5,25 m, para la mayor. Se encontró junto a los mu-
Los ponderales eran elementos custodiados en el interior
ros gran cantidad de ánforas, mayoritariamente gran-
de los templos, cumpliendo con la legislación del mo-
des contenedores cilíndricos de aceite y salazones del
mento, que obligaba a guardar los pesos y medidas en
norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas vi-
las iglesias, siendo el obispo el garante de su correcta uti-
narias del Mediterráneo oriental (Gaza, Siria-Palestina,
lización, así como de prevenir el fraude fiscal. Ponderales
Turquía, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el
de tipo bizantino se documentan en lugares como la sede
preciado vino de Gaza, además de envases de la cercana
episcopal de Barcelona o la iglesia de El Monastil, en Elda
isla de Ibiza, grandes contenedores cilíndricos que imi-
(Alicante) y, en general, en aquellos sitios de control con
tan a los africanos y pequeñas ánforas de fondo cónca-
funciones comerciales y fiscales (puertos, aduanas, pago
vo-convexo con decoración con peine, de estos últimos,
de impuestos). Un sitio como Punta de l’Illa, donde se ha
también con ejemplares de producción local-regional.
documentado una notable abundancia y diversidad de
Estos departamentos se han identificado con los cella-
ánforas, ungüentarios y vajilla, probablemente intercam-
ria monacales.
biados con otros monasterios del Mediterráneo, precisaba de un control oficial del peso de la moneda. Dentro
La cultura material del conjunto remite a una cronología a partir de finales del siglo vi.
de este mismo contexto de control administrativo habría
que situar el hallazgo de un platillo de bronce de balanza
de orfebre, del todo similar al hallado en el poblado visigodo de Puig Rom (Roses, Girona).
En el extremo occidental del peñasco, se excavaron
Más allá de la isla
El islote monástico debe ponerse en relación con
otros asentamientos próximos y con el contexto de la
sede episcopal valentina.
un conjunto de pequeños cubículos en mampostería,
Por lo que se refiere al entorno geográfico inmedia-
dispuestos en batería de forma aterrazada, que podrían
to, el Portus Sucronensis ha aportado abundantes testi-
corresponder a las celdas de los monjes. Quizás los nu-
monios de actividad para los periodos tardorromano y
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
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Enterramiento múltiple en cista de época visigoda, con detalle
de la pulsera con extremos de cabeza de ofidio. Excavaciones
en la Plaça de la Llibertat, Cullera. Dirección arqueológica
Fernando Cotino.
visigodo. En general se documenta la llegada regular de
cerámicas y ánforas durante los siglos vi y vii en diferentes
establecimientos localizados en la ladera sur y sudeste
de la montaña. Hay que destacar la construcción de depósitos de salazón sobrepuestos a un almacén portuario
destruido alrededor del segundo cuarto del siglo v y que
perduran hasta, al menos, finales del siglo vi.
Simultáneamente, documentamos ocupación de la
ladera sur con la presencia de construcciones de piedra y
pisos de tierra batida, de conservación desigual pero ge86 /
neralmente de escaso alzado, a veces asociadas a fosas
vertederos y fosas silos.
Mención aparte merece el hallazgo de una zona de
enterramientos, justo donde posteriormente se instalará
la necrópolis islámica (siglos xii y xiii) del poblado nacido a los pies del extenso albacar del Hisn Qulayra. Se
trata de tumbas de cistas de losas de piedra, con enterramientos múltiples. En una de ellas se recobraron dos
pulseras abiertas de bronce, con extremos de cabeza de
ofidio, similares a otros ejemplares de las necrópolis de la
Almoina (Valencia), camino de El Monastil (Elda, Alicante)
o la cripta Balbi (Roma), y que se datan a finales del
siglo vi y siglo vii.
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Conjunto de ungüentarios orientales con sello encontrados
en las excavaciones de Punta de l’Illa.
Ánfora de procedencia oriental encontrada en el edificio
identificado como almacén.
Este resurgir de los asentamientos en la costa del
Portum Sucrone, unido a la actividad económica y comercial documentada, pensamos que no es casual y que debió
surgir al amparo del impulso monástico del pequeño islote, bajo la jurisdicción episcopal de la sede valentina. Los
cellaria monacales debieron ejercer un papel redistribuidor de productos alimenticios, principalmente vino, aceite
y salazones, a partir de la tipología de los envases anfóricos y de la pequeña industria de salazón documentada en
la costa, coetánea al establecimiento monástico y que no
dudamos que estaría bajo su control. La Regla isidoriana
señala que los monasterios tendrán un almacén en la ciudad destinado a realizar los intercambios con aquella. El
papel económico de los monasterios y la vinculación de la
Iglesia en general con actividades comerciales y productivas ya se ha puesto de manifiesto en lugares próximos,
como el monasterio de la isla de Cabrera (Baleares), la basílica de es Cap des Port (Fornells, Menorca) o las sedes
episcopales de Valencia y Barcelona.
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
Epílogo
No sabemos si la mención a la destrucción de un
monasterio en una isla, entre Sagunto y Cartagena, que
consignó el obispo de Tours, puede referirse a nuestro
cenobio. El hallazgo aislado de un triente acuñado por
Wamba permite aventurar que el islote estuvo, cuando
menos, frecuentado hasta esas fechas avanzadas de la
séptima centuria. En el siglo xii, donde el conjunto de materiales cerámicos recuperados es notable, volverá a ser
reocupado, esta vez posiblemente para albergar un convento musulmán, una «rábida», topónimo extraordinariamente frecuente en el término.
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El monasterio de Punta de l’Illa
de Cullera
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Uno de los episodios narrados en la pasión de san Vicente
(Passio, XXII, 23-26), ya al final del relato hagiográfico, alude al deseo del gobernador Daciano de deshacerse del
cuerpo del santo diácono, por lo que ordena que sea
trasladado lejos en una barca y lanzado al mar. Eumorfio,
encargado de ejecutar las órdenes de Daciano, cuando
había perdido de vista las montañas y por temor a internarse en otra provincia (conventus), fuera de su jurisdicción, se deshizo del cuerpo hundiéndolo en el mar. El
cuerpo llegó milagrosamente a una curvada playa donde
la arena lo resguardó formando un túmulo que, al poco
tiempo, los cristianos del lugar preservaron y adornaron
para rendirle culto secretamente.
Esta narración de la passio que describe el periplo
de los despojos del mártir y su llegada milagrosa a una
◁ Cruces de bronce decoradas que aparecieron
en el edificio central de Punta de l’Illa.
playa, se ha relacionado geográficamente con el Sinus
Sucronensis, más concretamente con Cullera (Portus
Sucrone), zona donde desemboca el Júcar (Sucro), río
donde se hallaba el límite entre provincias, y también
con las playas inmediatas al cabo de Cullera (la punta de Mediodía). En las proximidades, al menos desde el siglo xvi, existía una ermita dedicada a los santos Vicente, Lorenzo y Valero, actualmente ermita de
la Font Santa o de San Lorenzo. La dedicación a San
Valero, certificaría que nos hallamos ante un primitivo
santuario vicentino.
Esta descripción topográfica, ya plasmada en época medieval en una tabla gótica dada a conocer por la
doctora M.ª D. Mateu, junto con la alusión, en el epitafio
del obispo Justiniano de Valencia, a una isla donde fundó un monasterio, parecen remitir a un lugar común, el
islote donde el devoto obispo mandó erigir un monasterio que conmemorara el lugar de arribada del cuerpo del
mártir, tal como ya hace cuatro décadas el profesor Enric
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Llobregat argumentó magistralmente. Este sería el motivo de la fundación del monasterio en este islote.
Los restos arqueológicos del monasterio
El pequeño islote fue un lugar frecuentado desde la
prehistoria, fue un embarcadero en época ibérica (materiales fenicios y griegos) y en época romana cabe la posibilidad de que hubiera un santuario pagano, tal como
apuntan los hallazgos de una estatuilla de Hércules en
bronce y un cazo con dedicación votiva, de plata con incrustaciones de oro y escenas de Júpiter.
Sin embargo, las únicas estructuras excavadas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, por el Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de la Diputación de
Valencia, corresponden al periodo visigodo.
En la isla se documentó un conjunto de construcTablas con escenas del martirio de san Vicente.
Escuela de Juan de Flandes, siglo xvi.
Colección Levante-EMV.
ciones rodeadas por un muro de protección. En el centro
del islote, en lugar destacado, se levantaba un edificio rectangular, con muros de mampostería asentados sobre cimientos de 1,10 m de anchura, con unas dimensiones de
13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos. Este
edificio presentaba peculiaridades que lo diferenciaban de
los otros, como su ubicación privilegiada en el centro de la
isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la
solidez de sus muros, mejores acabados, presencia de un
pavimento de opus signinum de 10 cm de grosor; enlucidos parietales; elementos arquitectónicos de cierta riqueza
como una pilastra in situ con basa moldurada, tal vez de
una mesa de altar auxiliar; una pequeña basa de mármol,
quizás de una columnilla de ventana, y fragmentos de cruz
de piedra tosca calcárea con restos de pigmento cobrizo.
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Estas peculiaridades apuntan a un edificio cultual,
como iglesia o capilla conmemorativa.
Además, de allí proceden significativos materia-
merosos fragmentos recortados de pared de ánfora con
dibujos incisos formaran parte de las actividades didácticas de los monjes.
les de carácter litúrgico: una gran pátera de mármol
Por último, en la parte oriental de la isla se concen-
blanco, dos cruces de bronce de un lampadario, una
traban tres construcciones de planta rectangular dis-
de ellas decorada con pequeñas aspas que dibujan un
puestas en batería, sin divisiones internas. Realizadas en
arbor vitae.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y presen-
En el mismo edificio se recuperó un tesorillo de mo-
taban dimensiones de 10 x 4,20 m, para la más pequeña, y
nedas y un ponderal bizantino de bronce de un solidus.
19 x 5,25 m, para la mayor. Se encontró junto a los mu-
Los ponderales eran elementos custodiados en el interior
ros gran cantidad de ánforas, mayoritariamente gran-
de los templos, cumpliendo con la legislación del mo-
des contenedores cilíndricos de aceite y salazones del
mento, que obligaba a guardar los pesos y medidas en
norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas vi-
las iglesias, siendo el obispo el garante de su correcta uti-
narias del Mediterráneo oriental (Gaza, Siria-Palestina,
lización, así como de prevenir el fraude fiscal. Ponderales
Turquía, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el
de tipo bizantino se documentan en lugares como la sede
preciado vino de Gaza, además de envases de la cercana
episcopal de Barcelona o la iglesia de El Monastil, en Elda
isla de Ibiza, grandes contenedores cilíndricos que imi-
(Alicante) y, en general, en aquellos sitios de control con
tan a los africanos y pequeñas ánforas de fondo cónca-
funciones comerciales y fiscales (puertos, aduanas, pago
vo-convexo con decoración con peine, de estos últimos,
de impuestos). Un sitio como Punta de l’Illa, donde se ha
también con ejemplares de producción local-regional.
documentado una notable abundancia y diversidad de
Estos departamentos se han identificado con los cella-
ánforas, ungüentarios y vajilla, probablemente intercam-
ria monacales.
biados con otros monasterios del Mediterráneo, precisaba de un control oficial del peso de la moneda. Dentro
La cultura material del conjunto remite a una cronología a partir de finales del siglo vi.
de este mismo contexto de control administrativo habría
que situar el hallazgo de un platillo de bronce de balanza
de orfebre, del todo similar al hallado en el poblado visigodo de Puig Rom (Roses, Girona).
En el extremo occidental del peñasco, se excavaron
Más allá de la isla
El islote monástico debe ponerse en relación con
otros asentamientos próximos y con el contexto de la
sede episcopal valentina.
un conjunto de pequeños cubículos en mampostería,
Por lo que se refiere al entorno geográfico inmedia-
dispuestos en batería de forma aterrazada, que podrían
to, el Portus Sucronensis ha aportado abundantes testi-
corresponder a las celdas de los monjes. Quizás los nu-
monios de actividad para los periodos tardorromano y
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
/ 85
[page-n-5]
Enterramiento múltiple en cista de época visigoda, con detalle
de la pulsera con extremos de cabeza de ofidio. Excavaciones
en la Plaça de la Llibertat, Cullera. Dirección arqueológica
Fernando Cotino.
visigodo. En general se documenta la llegada regular de
cerámicas y ánforas durante los siglos vi y vii en diferentes
establecimientos localizados en la ladera sur y sudeste
de la montaña. Hay que destacar la construcción de depósitos de salazón sobrepuestos a un almacén portuario
destruido alrededor del segundo cuarto del siglo v y que
perduran hasta, al menos, finales del siglo vi.
Simultáneamente, documentamos ocupación de la
ladera sur con la presencia de construcciones de piedra y
pisos de tierra batida, de conservación desigual pero ge86 /
neralmente de escaso alzado, a veces asociadas a fosas
vertederos y fosas silos.
Mención aparte merece el hallazgo de una zona de
enterramientos, justo donde posteriormente se instalará
la necrópolis islámica (siglos xii y xiii) del poblado nacido a los pies del extenso albacar del Hisn Qulayra. Se
trata de tumbas de cistas de losas de piedra, con enterramientos múltiples. En una de ellas se recobraron dos
pulseras abiertas de bronce, con extremos de cabeza de
ofidio, similares a otros ejemplares de las necrópolis de la
Almoina (Valencia), camino de El Monastil (Elda, Alicante)
o la cripta Balbi (Roma), y que se datan a finales del
siglo vi y siglo vii.
[page-n-6]
Conjunto de ungüentarios orientales con sello encontrados
en las excavaciones de Punta de l’Illa.
Ánfora de procedencia oriental encontrada en el edificio
identificado como almacén.
Este resurgir de los asentamientos en la costa del
Portum Sucrone, unido a la actividad económica y comercial documentada, pensamos que no es casual y que debió
surgir al amparo del impulso monástico del pequeño islote, bajo la jurisdicción episcopal de la sede valentina. Los
cellaria monacales debieron ejercer un papel redistribuidor de productos alimenticios, principalmente vino, aceite
y salazones, a partir de la tipología de los envases anfóricos y de la pequeña industria de salazón documentada en
la costa, coetánea al establecimiento monástico y que no
dudamos que estaría bajo su control. La Regla isidoriana
señala que los monasterios tendrán un almacén en la ciudad destinado a realizar los intercambios con aquella. El
papel económico de los monasterios y la vinculación de la
Iglesia en general con actividades comerciales y productivas ya se ha puesto de manifiesto en lugares próximos,
como el monasterio de la isla de Cabrera (Baleares), la basílica de es Cap des Port (Fornells, Menorca) o las sedes
episcopales de Valencia y Barcelona.
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
Epílogo
No sabemos si la mención a la destrucción de un
monasterio en una isla, entre Sagunto y Cartagena, que
consignó el obispo de Tours, puede referirse a nuestro
cenobio. El hallazgo aislado de un triente acuñado por
Wamba permite aventurar que el islote estuvo, cuando
menos, frecuentado hasta esas fechas avanzadas de la
séptima centuria. En el siglo xii, donde el conjunto de materiales cerámicos recuperados es notable, volverá a ser
reocupado, esta vez posiblemente para albergar un convento musulmán, una «rábida», topónimo extraordinariamente frecuente en el término.
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