Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales
Carmen Tormo Cuñat
2015
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Ganaderos y cazadores.
La gestión de los recursos animales
Carmen Tormo Cuñat
Los restos de fauna que aparecen en los yacimientos arqueológicos (huesos, dientes, astas, conchas) aportan
una valiosa información sobre las especies animales del
pasado, sobre la economía ganadera y cinegética de las
poblaciones que habitaban dichos enclaves y sobre las
características medio ambientales de su entorno. La disciplina que se encarga del estudio de estos materiales se
denomina arqueozoología.
A partir de estos restos, los estudios arqueozoológicos tratan de obtener datos relativos a la taxonomía
y anatomía de los animales, su estado de conservación,
además de determinar el número mínimo de individuos
de cada especie, la edad de muerte, el sexo, etc., todo
ello con el objetivo de establecer la relación que tenían
las comunidades pasadas con la fauna, y responder a preguntas como ¿para qué utilizaban a los animales? o ¿qué
recursos aportaba el ganado o las especies cazadas? En
< Costilla dentada.
definitiva, la arqueozoología pretende realizar una reconstrucción de la economía estableciendo la interacción
hombre-animal a través de la historia (Silver, 1980; Klein y
Cruz-Uribe, 1984; Davis, 1989; Chaix y Méniel, 2005).
La mayoría de los restos hallados en la Lloma de
Betxí son consecuencia de los desechos de comida y
generalmente se encuentran muy fragmentados. Menos
habituales son los que aparecen en contextos cultuales
o funerarios, quizá como ofrendas, que se conservan
mejor. Las modificaciones observadas en los huesos son
numerosas y de diversa procedencia. Se han documentado fracturas, cortes e incisiones relacionadas con las
prácticas carniceras. Los carnívoros, en concreto los perros, también han dejado marcas de mordeduras, hecho
que hace suponer que fueron alimentados con los desperdicios de comida. Otras alteraciones registradas son
las postdeposicionales que son las modificaciones que
Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales. Carmen Tormo Cuñat
Museu de Prehistòria-SIP
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Oveja/Cabra
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
Otros
Representación de las principales especies
documentadas en la Lloma de Betxí.
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sufren los restos después de ser abandonados y/o enterrados (Lyman, 2008).
En un estudio arqueozoológico es muy importante
establecer las edades de muerte de las especies documentadas ya que nos permiten conocer el modo de gestión del ganado, es decir, si éste se destina para el consumo de carne, la obtención de productos secundarios,
como la leche o la lana, o como fuerza de trabajo (carga,
transporte, tiro); y, en el caso de los animales silvestres, el
tipo de caza (oportunista o selectiva).
En el poblado de la Lloma de Betxí se han identificado restos de especies domésticas y silvestres (Sarrión,
1998; Tormo y de Pedro, 2013). Ambos grupos aparecen
con una frecuencia similar aunque el grupo de los domésticos ha proporcionado un mayor número de restos
(58,7%) que los silvestres (41,3%).
La cabaña ganadera estaría formada principalmente por un rebaño de ovejas (Ovis aries) y cabras
(Capra hircus), además de un ganado menos numeroso
de bovinos (Bos taurus) y cerdos (Sus domesticus). Por
otra parte, y dentro de este grupo doméstico, se encuentran los perros (Canis familiaris).
Las ovejas y las cabras se explotaron para obtener
carne y productos secundarios como la leche, el queso
y la lana. Las edades de muerte muestran todas las cohortes de edad, es decir, se sacrifican neonatos e infantiles menores de tres meses para conseguir leche de las
madres, individuos juveniles y subadultos que ya han
alcanzado un peso estimable para el consumo de carne,
y también adultos entre tres y seis años. Esto indica que
la comunidad viva principal de este rebaño se compondría de individuos adultos jóvenes entre dos y tres años
destinados a la reproducción y la obtención de leche. El
mantenimiento de algunos individuos hasta los seis años
podría estar relacionado con la elaboración de lana. La
explotación del ganado bovino también está basada en
un modelo mixto de producción de carne y leche, aunque
algunos individuos serían sustentados hasta la edad senil
para ser utilizados como fuerza de trabajo. Los cerdos son
aprovechados para el consumo cárnico y se sacrifican
preferentemente entre los 6 y 17 meses de edad.
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Fragmento proximal de fémur de oveja (Ovis aries) menor de dos
años de edad. Las flechas indican las incisiones causadas por un
cuchillo durante el descarnado.
Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales. Carmen Tormo Cuñat
Además de ganaderos, los habitantes de la Lloma
de Betxí también eran cazadores. La variedad de especies
abatidas es amplia, aunque se centra principalmente en
el ciervo, cuyos restos sólo son superados por las ovejas y
las cabras. El conejo también es un taxón recurrente aunque en menor medida que el ciervo.
Las especies silvestres documentadas en el yacimiento son el ciervo (Cervus elaphus), el jabalí (Sus scrofa), el corzo (Capreolus capreolus), el zorro (Vulpes vulpes),
el conejo (Oryctolagus cuniculus), la liebre (Lepus granatensis), la perdiz (Alectoris rufa), el tejón (Meles meles),
el galápago leproso (Mauremys leprosa), el sapo común
(Bufo bufo), el lagarto ocelado (Lacerta lepida), y la culebra (Elaphe sp.). Los recursos que pueden aportar estos
taxones son la carne, las pieles, los huesos y las astas
como materia prima, además de tendones, grasa…
La distribución espacial de los restos de fauna ha
coadyuvado a determinar la funcionalidad de algunas
zonas del poblado. Los huesos aparecen en su mayoría
fuera de las estancias edificadas (62,3%), por lo que éstas
quedan bastante limpias de despojos. La Habitación I es
la estancia con mayor número de restos (5,5%) y especies,
tanto domésticas como silvestres. Abundan las ovejas,
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< Depósito con restos óseos de tres ovejas.
Campaña de excavación de 2013.
De este modo, los estudios arqueozoológicos
realizados en la Lloma de Betxí nos aportan una valiosa
información sobre las prácticas ganaderas y cinegéticas
de las comunidades prehistóricas de la Edad del Bronce
en la zona valenciana. Durante esta época la ganadería
se ha consolidado como base económica, junto con la
agricultura, en los poblados peninsulares. El ganado no
se considera únicamente como productor de carne sino
también como fuente de productos secundarios con posibilidad de crear excedente y, por lo tanto, susceptible de
intercambio (Martínez Valle e Iborra, 2001-2002; Iborra y
Sanchis, 2011).
Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales. Carmen Tormo Cuñat
las cabras, el ciervo y el conejo, aunque también se documentan bovinos, cerdo, jabalí, zorro, liebre, perdiz, galápago y lagarto. Entre los restos de ciervo destacan por su
gran cantidad los de asta, algunos de ellos con marcas de
manipulación. Es posible que esta estancia fuese utilizada
como despensa y cocina y quizá como taller para la fabricación de objetos de hueso o asta.
Pero donde se acumula el mayor número de restos es en el sector oeste (14,6%) y, sobre todo, en el sector
este (47,7%), que son las zonas que rodean las estancias,
y que pudieron actuar como basureros del poblado.
Cabe destacar por su singularidad el hallazgo de
algunos depósitos especiales en el sector este. Se trata de
los restos de un perro con marcas de despellejado y evisceración localizado junto a un enterramiento humano
(Sanchis y Sarrión, 2004); los restos de un esqueleto completo de cabra preñada (Tormo y de Pedro, 2013), y dos
depósitos más con algunas partes anatómicas de ovejas
y cabras difíciles de interpretar por el momento.
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Ganaderos y cazadores.
La gestión de los recursos animales
Carmen Tormo Cuñat
Los restos de fauna que aparecen en los yacimientos arqueológicos (huesos, dientes, astas, conchas) aportan
una valiosa información sobre las especies animales del
pasado, sobre la economía ganadera y cinegética de las
poblaciones que habitaban dichos enclaves y sobre las
características medio ambientales de su entorno. La disciplina que se encarga del estudio de estos materiales se
denomina arqueozoología.
A partir de estos restos, los estudios arqueozoológicos tratan de obtener datos relativos a la taxonomía
y anatomía de los animales, su estado de conservación,
además de determinar el número mínimo de individuos
de cada especie, la edad de muerte, el sexo, etc., todo
ello con el objetivo de establecer la relación que tenían
las comunidades pasadas con la fauna, y responder a preguntas como ¿para qué utilizaban a los animales? o ¿qué
recursos aportaba el ganado o las especies cazadas? En
< Costilla dentada.
definitiva, la arqueozoología pretende realizar una reconstrucción de la economía estableciendo la interacción
hombre-animal a través de la historia (Silver, 1980; Klein y
Cruz-Uribe, 1984; Davis, 1989; Chaix y Méniel, 2005).
La mayoría de los restos hallados en la Lloma de
Betxí son consecuencia de los desechos de comida y
generalmente se encuentran muy fragmentados. Menos
habituales son los que aparecen en contextos cultuales
o funerarios, quizá como ofrendas, que se conservan
mejor. Las modificaciones observadas en los huesos son
numerosas y de diversa procedencia. Se han documentado fracturas, cortes e incisiones relacionadas con las
prácticas carniceras. Los carnívoros, en concreto los perros, también han dejado marcas de mordeduras, hecho
que hace suponer que fueron alimentados con los desperdicios de comida. Otras alteraciones registradas son
las postdeposicionales que son las modificaciones que
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Museu de Prehistòria-SIP
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Oveja/Cabra
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
Otros
Representación de las principales especies
documentadas en la Lloma de Betxí.
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sufren los restos después de ser abandonados y/o enterrados (Lyman, 2008).
En un estudio arqueozoológico es muy importante
establecer las edades de muerte de las especies documentadas ya que nos permiten conocer el modo de gestión del ganado, es decir, si éste se destina para el consumo de carne, la obtención de productos secundarios,
como la leche o la lana, o como fuerza de trabajo (carga,
transporte, tiro); y, en el caso de los animales silvestres, el
tipo de caza (oportunista o selectiva).
En el poblado de la Lloma de Betxí se han identificado restos de especies domésticas y silvestres (Sarrión,
1998; Tormo y de Pedro, 2013). Ambos grupos aparecen
con una frecuencia similar aunque el grupo de los domésticos ha proporcionado un mayor número de restos
(58,7%) que los silvestres (41,3%).
La cabaña ganadera estaría formada principalmente por un rebaño de ovejas (Ovis aries) y cabras
(Capra hircus), además de un ganado menos numeroso
de bovinos (Bos taurus) y cerdos (Sus domesticus). Por
otra parte, y dentro de este grupo doméstico, se encuentran los perros (Canis familiaris).
Las ovejas y las cabras se explotaron para obtener
carne y productos secundarios como la leche, el queso
y la lana. Las edades de muerte muestran todas las cohortes de edad, es decir, se sacrifican neonatos e infantiles menores de tres meses para conseguir leche de las
madres, individuos juveniles y subadultos que ya han
alcanzado un peso estimable para el consumo de carne,
y también adultos entre tres y seis años. Esto indica que
la comunidad viva principal de este rebaño se compondría de individuos adultos jóvenes entre dos y tres años
destinados a la reproducción y la obtención de leche. El
mantenimiento de algunos individuos hasta los seis años
podría estar relacionado con la elaboración de lana. La
explotación del ganado bovino también está basada en
un modelo mixto de producción de carne y leche, aunque
algunos individuos serían sustentados hasta la edad senil
para ser utilizados como fuerza de trabajo. Los cerdos son
aprovechados para el consumo cárnico y se sacrifican
preferentemente entre los 6 y 17 meses de edad.
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Fragmento proximal de fémur de oveja (Ovis aries) menor de dos
años de edad. Las flechas indican las incisiones causadas por un
cuchillo durante el descarnado.
Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales. Carmen Tormo Cuñat
Además de ganaderos, los habitantes de la Lloma
de Betxí también eran cazadores. La variedad de especies
abatidas es amplia, aunque se centra principalmente en
el ciervo, cuyos restos sólo son superados por las ovejas y
las cabras. El conejo también es un taxón recurrente aunque en menor medida que el ciervo.
Las especies silvestres documentadas en el yacimiento son el ciervo (Cervus elaphus), el jabalí (Sus scrofa), el corzo (Capreolus capreolus), el zorro (Vulpes vulpes),
el conejo (Oryctolagus cuniculus), la liebre (Lepus granatensis), la perdiz (Alectoris rufa), el tejón (Meles meles),
el galápago leproso (Mauremys leprosa), el sapo común
(Bufo bufo), el lagarto ocelado (Lacerta lepida), y la culebra (Elaphe sp.). Los recursos que pueden aportar estos
taxones son la carne, las pieles, los huesos y las astas
como materia prima, además de tendones, grasa…
La distribución espacial de los restos de fauna ha
coadyuvado a determinar la funcionalidad de algunas
zonas del poblado. Los huesos aparecen en su mayoría
fuera de las estancias edificadas (62,3%), por lo que éstas
quedan bastante limpias de despojos. La Habitación I es
la estancia con mayor número de restos (5,5%) y especies,
tanto domésticas como silvestres. Abundan las ovejas,
[ 91 ]
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< Depósito con restos óseos de tres ovejas.
Campaña de excavación de 2013.
De este modo, los estudios arqueozoológicos
realizados en la Lloma de Betxí nos aportan una valiosa
información sobre las prácticas ganaderas y cinegéticas
de las comunidades prehistóricas de la Edad del Bronce
en la zona valenciana. Durante esta época la ganadería
se ha consolidado como base económica, junto con la
agricultura, en los poblados peninsulares. El ganado no
se considera únicamente como productor de carne sino
también como fuente de productos secundarios con posibilidad de crear excedente y, por lo tanto, susceptible de
intercambio (Martínez Valle e Iborra, 2001-2002; Iborra y
Sanchis, 2011).
Ganaderos y cazadores. La gestión de los recursos animales. Carmen Tormo Cuñat
las cabras, el ciervo y el conejo, aunque también se documentan bovinos, cerdo, jabalí, zorro, liebre, perdiz, galápago y lagarto. Entre los restos de ciervo destacan por su
gran cantidad los de asta, algunos de ellos con marcas de
manipulación. Es posible que esta estancia fuese utilizada
como despensa y cocina y quizá como taller para la fabricación de objetos de hueso o asta.
Pero donde se acumula el mayor número de restos es en el sector oeste (14,6%) y, sobre todo, en el sector
este (47,7%), que son las zonas que rodean las estancias,
y que pudieron actuar como basureros del poblado.
Cabe destacar por su singularidad el hallazgo de
algunos depósitos especiales en el sector este. Se trata de
los restos de un perro con marcas de despellejado y evisceración localizado junto a un enterramiento humano
(Sanchis y Sarrión, 2004); los restos de un esqueleto completo de cabra preñada (Tormo y de Pedro, 2013), y dos
depósitos más con algunas partes anatómicas de ovejas
y cabras difíciles de interpretar por el momento.
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