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LA CIRCULACIÓN MONETARIA
MANUEL GOZALBES
Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia
LA MONETIZACIÓN DEL TERRITORIO VALENCIANO
La Segunda Guerra Púnica supuso en nuestras tierras el comienzo de una disponibilidad efectiva
de monedas y que éstas comenzasen a utilizarse habitualmente como medio de pago. Hasta el inicio
del conflicto, el dinero en forma de moneda había sido poco común; en los intercambios se habían utilizado el trueque y otras formas como la plata en bruto, de la que conocemos recortes y fragmentos informes. Aunque sabemos de algunos hallazgos monetarios anteriores al conflicto, fechables entre ca.
475 y el 237 a.C., son relativamente escasos y cubren un período demasiado prolongado que no permite
hablar de una monetización significativa del mundo ibérico. Se trata fundamentalmente de monedas
griegas de Emporion, Massalia o Sicilia de los siglos V-IV a.C., cartaginesas del siglo III a.C., o de las modestas y pioneras emisiones de Arse que sólo llegaron a conocerse en su entorno más inmediato.
Con el inicio del conflicto llegaron a la península Ibérica dos potencias fuertemente centralizadas
que reunían los requisitos necesarios para llevar a cabo acuñaciones a gran escala. Durante la guerra, los
soldados cobraron con unas monedas que luego utilizaron para pagar los bienes y servicios que consumían en sus relaciones con la población local. Aunque continuaban existiendo otras formas de intercambio o de dinero, la situación propició que mucha gente se habituase rápidamente a la utilización de monedas. Una de las ventajas que incorporaba el uso de las monedas era que tenían un valor garantizado
por la autoridad emisora. Sin embargo, al principio no se obtuvo una confianza total de los usuarios, ya
que encontramos muchas piezas de plata cizalladas con la intención de comprobar su composición metálica. Esto demuestra que la confianza en la calidad de las piezas no era total y que la moneda o sus
fragmentos mantenían su valor después de la comprobación; la plata era un metal apreciado y la importancia de su forma resultaba secundaria. El caso de las monedas de bronce fue diferente y su generalización más novedosa, ya que su carácter más fiduciario implicaba que su valor en circulación era una convención aceptada por todos a partir de un valor intrínseco muy reducido.
Para saber qué monedas se manejaron en nuestras tierras durante la Segunda Guerra Púnica lo
mejor es analizar la composición de los abundantes tesoros que se perdieron en aquellos años fruto
de la inestabilidad reinante (Orpesa, Cheste, Plana de Utiel, Villares, Moixent, Vallada y La Escuera).
En ellos vemos que aparecen fundamentalmente monedas de Emporion, Arse, Massalia y dracmas de
imitación ampuritana, junto a las piezas hispano-cartaginesas y romanas. El sistema monetario
griego de Emporion o Massalia era diferente del hispano-cartaginés y del romano, y por ello durante
algunos años la masa monetaria fue muy heterogénea tanto en lo que se refiere a la plata como al
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA • MANUEL GOZALBES
Denario de Q. MAX. Roma, 127 a.C. [Museo de
Prehistoria de Valencia].
Con la llegada de los romanos los denarios
se convirtieron en la moneda común de
plata. La ceca de Valentia tomó como modelo para sus emisiones la cornucopia que
aparece en el reverso de este denario.
bronce. Al principio de la guerra los romanos acuñaban en plata quadrigati (6,8 g), para pasar poco
después a fabricar denarios de 4,5 g, y victoriatos de 3,4 g que al final del conflicto habían rebajado
su peso hasta los 3,9 y 2,4 g respectivamente. Todas estas piezas llegaron a tierras valencianas. A pesar de la diversidad, todas las monedas debían aceptarse con facilidad, ya que hasta el momento no
había existido en nuestras tierras un sistema monetario propio (con la única excepción de Arse) y
por tanto la posible rigidez de esta situación no era conocida. Al final del conflicto los diferentes sistemas se habían aproximado en alguna medida, pero de poco sirvió ya que el romano fue el que finalmente se impuso como sistema de los vencedores.
EL PERÍODO REPUBLICANO
Las tierras valencianas quedaron incluidas dentro de la Hispania Citerior y por tanto en un contexto monetal plenamente romano. Ello supuso que Roma debía abastecer las necesidades y salarios
de las fuerzas de ocupación en un nuevo territorio, que todavía no estaba completamente controlado. Los levantamientos y resistencia de los iberos durante los primeros años del siglo II a.C. demuestran que la integración no fue inmediata. No obstante, ello no impidió que la población autóctona utilizase la moneda romana como medio habitual de pago si podían disponer de ella. El
hallazgo de ases romanos y de un denario forrado en el fortín ibérico del Puntal dels Llops (Olocau,
Valencia), cuya cronología no supera el 180-175 a.C., muestra esta actitud. En el tesoro de denarios
romanos de Jalance (Valencia), perdido durante estas primeras décadas de ocupación, resulta interesante comprobar que junto con las monedas se guardaron los recortes y fragmentos de plata en
bruto que todavía funcionaban como forma de dinero habitual.
A finales del siglo II a.C. el circulante estaba formado por ases y denarios romanos y por denarios y
una gran diversidad de bronces ibéricos de viejos y nuevos talleres. Las ciudades valencianas que acuñaron moneda cubrieron con ella sus necesidades a muy diferente nivel, como muestran los casos de ArseSaguntum (64%), Saitabi (66%), Kelin (18%) o Valentia (8%). En el resto del territorio sus monedas se mezclaban con las de otros talleres de la zona catalana, andaluza, o más tarde de las cecas del valle del Ebro.
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Los hallazgos de monedas de los siglos II-I a.C. en Kelin muestran un panorama en el que predominan las piezas acuñadas por la propia ciudad, junto a las que aparecen numerosos ejemplares de
Kili, Valentia, Arse-Saguntum, Kese o Cástulo y de muchos otros talleres ibéricos. Las monedas romanas de bronce también están presentes en cantidades significativas.
Mapa de los tesoros de moneda romana encontrados en tierras valencianas. [Tratamiento gráfico A. Sánchez].
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Entre las monedas valencianas, las más abundantes fueron las de Arse-Saguntum, que cubrieron las necesidades de
buena parte de nuestro territorio. La influencia del taller fue
muy significativa en un radio de unos 100 km, y resulta interesante constatar como en Valentia abundaban sus divisores
de bronce, mientras que a Sagunto llegaban monedas de la lejana Saitabi y no de la cercana Valentia. La plata acuñada por
Arse jugó también un papel importante tal y como se comprueba a partir de los tesoros de Vall de Almonacid o de la
c/Sagunt de Valencia.
Tesoro de Jalance (Valencia). Comienzos del siglo II a.C.
El tesoro incluye junto a denarios romanos,
los fragmentos y recortes de plata en bruto
que todavía se utilizaban como dinero en los
intercambios.
Durante la segunda mitad del siglo II a.C. y hasta el final de
las guerras sertorianas en el 72 a.C., las emisiones ibéricas fueron especialmente abundantes y aportaron una gran diversidad
a la masa monetaria valenciana. Tesoros ocultados durante estos años son el tesoro castellonense de Borriol, formado por
bronces ibéricos y los alicantinos de Catxapets y Fonteta del
Sarso (Crevillent) compuestos exclusivamente por denarios republicanos y cuyos ejemplares más recientes se fechan respectivamente en los años 101 y 100 a.C. Los abundantes denarios
ibéricos acuñados a principios del siglo I a.C. en el valle del
Ebro no llegaron a territorio valenciano, que se nutría casi exclusivamente de la plata romana. En relación con las guerras
sertorianas, contamos con el conjunto de denarios romanos de
la c/Salvador de Valencia, que parece estar directamente relacionado con la lucha librada en la ciudad hacia el 75 a.C. Pocos
años más tarde, las guerras cesarianas provocaron la pérdida
de los tesoros de Edeta y Castilblanques, también formados con
plata romana. Vemos pues, que en el siglo I a.C. la moneda en
circulación en tierras valencianas era romana, exclusivamente
en el caso de la plata, mientras que en el caso del bronce se
mezclaba con las abundantes emisiones ibéricas.
LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA ALTOIMPERIAL
As republicano procedente del Puntal dels
Llops (Olocau, Valencia). Hacia 211 a.C. [Museo de Prehistoria de Valencia].
Durante la república la plata que circuló en
tierras valencianas era casi exclusivamente
romana. El bronce al principio llegó en cantidades significativas, pero no tardó en verse
acompañado y sustituido por las diversas
emisiones ibéricas.
Tras la reforma monetaria de Augusto cambiaron muchas cosas. En bronce se reorganizó la producción y se pusieron en funcionamiento numerosos talleres locales en las provincias, que en
el caso de Hispania mantuvieron su actividad sólo hasta el reinado de Claudio. Ilici y Saguntum fueron las únicas cecas valencianas que acuñaron moneda y sus habitantes se nutrieron en
buena medida de esta producción. Sin embargo con ella no se cubría más que una pequeña parte de las necesidades de moneda
de la costa valenciana, que fue cubierta también con la producción de otras ciudades hispanas, fundamentalmente del valle del
Ebro y de la costa mediterránea. Junto a estas producciones el papel jugado por las emisiones de la ceca de Roma fue mas bien
modesto, al situarse en una media próxima al 15%.
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA • MANUEL GOZALBES
Tesoro de Castilblanques. Segunda
mitad del siglo I a.C. (Cortes de Pallás, Valencia).
Pulsera formada por denarios pertenecientes a un tesoro perdido durante
las guerras cesarianas, y que junto al
conjunto de Llíria, pone de manifiesto
la inestabilidad del período.
Los bronces que circulaban, tenían ahora un carácter propagandístico imperial y la temática de
las emisiones provinciales hispanas otorgaba una personalidad un poco más local al circulante. Este
contexto monetario se mantuvo vigente hasta el final de la dinastía julio-claudia, porque a mediados
del siglo I ya no se acuñaba moneda en Hispania. A partir de entonces la tendencia fue la progresiva
desaparición de estas emisiones autónomas entre el circulante y la paulatina integración en un contexto monetal producido casi íntegramente en Roma. Esta situación, en la que la moneda de oro, la
de plata y la de bronce tenían el mismo origen, se mantuvo plenamente vigente hasta mediados del
siglo III. Los hallazgos relacionados con este contexto altoimperial son de monedas de oro (tesoro de
Torreblanca), de plata (tesoros de Llíria y Alaquàs) y de bronce (tesoros de Horta Seca, Romeu de Sagunt y Dianium). Entre todos ellos destaca el tesoro de Llíria, compuesto por más de 6.000 denarios,
acuñados entre el último tercio del siglo I y comienzos del siglo III.
EL VELLÓN Y LAS REFORMAS
A mediados del siglo III tuvo lugar un importante cambio en el sistema monetario romano, que
desembocó en una práctica desaparición de las monedas de plata y de bronce. Tras unos años de
convivencia, la moneda acuñada durante los siglos I-III fue reemplazada por ‘antoninianos’ o ‘radiados’ de vellón que se fabricaban con una mezcla que tenía mucho cobre y poca plata. La transición
entre ambos sistemas se comprueba en el tesoro del Mas d’Aragó (Castellón), cuya excepcionalidad
radica precisamente en su formación mixta de los antiguos sestercios y los nuevos antoninianos.
As de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) del 44-35 a.C procedente de Carlet. [Museo de Prehistoria de Valencia].
Durante las primeras décadas del siglo I la mayor parte del
bronce en circulación procedía de los talleres hispánicos que
funcionaron entre los reinados de Augusto y Calígula.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Sestercio de Nerón de los años 64-66 procedente de Manises (Valencia).
[Museo de Prehistoria de Valencia].
Con Nerón ya no se acuñaba moneda en Hispania, que se abasteció desde
aquel momento y hasta mediados del siglo III, casi exclusivamente de la
producción del taller de Roma.
Durante estos años comienzan a funcionar nuevas cecas en diferentes lugares del imperio, asociadas generalmente a un abastecimiento del
ejército en zonas fronterizas, iniciando una tendencia a la descentralización de la producción que tenderá a aumentar y que ya no se abandonará.
Los tesoros castellonenses de Les Alqueries, Almenara y Mas d’Aragó contienen entre un 24% y un 56% de monedas acuñadas en la zona de Siria, mostrando que aquí abundaron unas piezas de origen muy remoto por primera vez en nuestra historia monetaria. Las luchas relacionadas con la
usurpación de Póstumo en la Galia, y su paso a Hispania, producido
durante el reinado de Galieno, pudieron ser la causa directa de la pérdida de estos conjuntos.
Poco después los antoninianos de Claudio II, que sólo reinó durante
dos años, son los protagonistas de un panorama similar, protagonizando
un circulante que conocemos gracias al tesoro de la c/Roque Chabás de Valencia y a los numerosos hallazgos esporádicos de monedas de este emperador. La calidad del vellón había disminuido muy rápidamente y hacia el 270 las
imitaciones eran muy abundantes. Entre los antoninianos del Grau Vell de Sagunt, el 37% son irregulares, aunque debemos tener presente que en ocasiones resulta complicado establecer un límite entre lo
oficial y la imitación. Al igual que sucedió en muchas otras partes del imperio occidental, el tipo más
común entre las producciones irregulares fue el de las monedas póstumas de Claudio II.
El descenso de calidad en la producción estatal fue muy notable y por ello las imitaciones se habían integrado con facilidad en el circulante. La moneda oficial intentó
recuperarse y las imitaciones se hicieron menos habituales, lo que propició quizás
en alguna medida que se mitigasen las pérdidas de unas monedas más cuidadas.
Los intentos de recuperación tuvieron poco éxito, y finalmente el sistema monetario fue reformado por Diocleciano, creándose los nuevos folles y sus divisores radiados. Los hallazgos esporádicos de estas monedas de finales del
siglo III y principios del IV son relativamente escasos, tal y como se comprueba en el Grau Vell donde los ejemplares del 284-313 suponen sólo
un 1,63% sobre el total. Conocemos también de estos años dos depósitos monetales muy modestos como son el de la Partida de Mura (5
piezas) y el del Portus Ilicitanus (7 piezas). Entre las cecas imperiales
aparecen ahora como destacados los ejemplares procedentes de Roma,
Ticinum, Carthago y Cyzicus. El cierre de la ceca de Carthago en el 311
impidió que continuase siendo una de las principales abastecedoras de
moneda de la península Ibérica durante el resto de la centuria.
Tesoro de Llíria (Valencia). Inicios del siglo III. [Fot. V. Escrivá].
Formado por más de 6.000 denarios, acuñados entre los reinados de Nerón y Caracalla,
es uno de los tesoros más importantes que se conocen de época romana.
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA • MANUEL GOZALBES
LAS PECULIARIDADES DEL BAJO IMPERIO
Hablar de hallazgos de monedas del siglo IV es referirse a piezas de bronce de las que desconocemos su nombre y que convencionalmente llamamos con el término genérico de nummi. Los cambios
más significativos de la producción monetaria de este período se refieren a constantes variaciones en
la metrología de las piezas, en su sistema de fraccionamiento y a la casi exclusiva temática militar de
sus tipos. Los pormenores de estos cambios son prescindibles en una visión general de la circulación
de estas monedas en nuestras tierras.
Hay que destacar que los hallazgos de monedas del siglo IV son en líneas generales los más frecuentes del mundo romano y que vuelven a ser comunes las imitaciones en nuestras tierras, del
mismo modo que lo fueron en el resto del imperio. La enorme producción, causa y efecto de la inflación de la época, unida al bajo valor de las piezas, hizo que su custodia fuese más descuidada que la
de otras monedas en períodos precedentes.
Los hallazgos de acuñaciones de la dinastía de Constantino son muy comunes. De ellas destaca su
reducido tamaño y peso, y la facilidad con que llegaron a nuestras tierras las piezas de todos los talleres
que produjeron moneda imperial. Fue una tónica mantenida durante un siglo en que el circulante de
cualquier provincia estaba formado por piezas de muy diverso
origen. Las tierras valencianas recibieron su aporte tanto de
talleres occidentales como orientales, aunque el porcentaje
de estos últimos fue sensiblemente menor, situándose
entre el 23,5% del Grau Vell y el 29% del Portus Ilicitanus. De las cecas occidentales las más comunes fueron Roma, Arelate y Treveri, y de las orientales
Constantinopla y Cyzicus. Junto a ellas llegaron
en menores cantidades piezas de Londinium, Lugdunum, Aquileia, Ticinum, Siscia, Sirmium, Tesalónica, Antioquía, Alejandría y Heraclea. Resulta curioso señalar que las tierras valencianas no han
proporcionado ningún tesoro de las décadas centrales del siglo IV, ya que entre el conjunto de la Partida de Mura (301) y el de Monforte B (ca. 388) no tenemos constancia de ningún hallazgo.
Uno de los indicadores más claros del contexto monetal de la segunda mitad del siglo IV es la presencia del tipo
FEL TEMP REPARATIO que tras su aparición en el 348 y el desarrollo de
sus múltiples variantes, pasó a protagonizar de forma muy significativa el circulante valenciano tanto en su forma oficial como en la de
imitaciones. Los reversos más comunes son los típicos del jinete clavando su lanza sobre un guerrero caído. A partir del 378 se produjo el
nuevo tipo REPARATIO REIPVB que fue el protagonista del circulante durante las últimas décadas del siglo IV y las primeras del V, también en
sus formas oficial e irregular, con su diseño del emperador ayudando
a una figura de una mujer arrodillada con corona torreada a levantarse.
Tesoro de Alqueries, Vila-real (Castellón). Hacia 265. [Museo de Bellas Artes de Castellón].
Los antoninianos acabaron con el sistema monetario altoimperial y protagonizaron el circulante durante unos
treinta y cinco años en la segunda mitad del siglo III . Fueron acuñados en
mayor número de cecas y en calidades
muy diversas.
Los tesoros de finales de siglo sintetizan de alguna forma las características de la moneda en
circulación durante este siglo, el de Monforte B, representativo de la heterogénea masa monetaria
de la mayor parte del siglo, y el de La Balsa de Camporrobles que muestra del circulante de finales
de la centuria con la presencia de los tipos REPARATIO REIPVB y GLORIA ROMANORVM.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Tesoro de La Alcudia d’Elx , Alicante.
Inicios del siglo V. [Museu de L’Alcudia
d’Elx].
Es el único tesoro valenciano que se conserva de monedas romanas de oro,
acompañadas en este caso por joyas.
Aunque circulaban, las monedas de oro
se perdían menos porque se custodiaban
con mayor celo que las de otros metales.
La información disponible para el siglo V únicamente nos
permite profundizar algo en las dos primeras décadas, ya que en
el transcurso de estos primeros años la información de hallazgos
en contextos estratigráficos se diluye rápidamente hasta desaparecer por completo. El cambio político con la llegada a la península Ibérica de suevos, vándalos y alanos en el 409 parece ser determinante en este cese del aprovisionamiento. Aunque los
hallazgos esporádicos de piezas acuñadas durante estos años
son muy escasos, debemos considerar que se trata de un momento en el que parece que utilizaron intensamente las monedas
de períodos precedentes, a pesar de que en algunos casos existieron prohibiciones explícitas respecto a su uso. A estos años pertenece el tesoro de La Alcudia de Elche del 406, que formado por
tres monedas y joyas es el único tesoro de oro del período romano que conservamos. En el extremo opuesto encontramos el
tesorillo de la c/Avellanas de Valencia, compuesto por los bronces conocidos como AE 4, que muestran las características de un
circulante en el que las piezas son de un tamaño diminuto y
donde ni siquiera su acumulación da la impresión de ser representativa del concepto riqueza.
Nummus de Constantino del año 321
procedente del Corral de la Negra (Bélgida, Valencia). [Museo de Prehistoria
de Valencia].
La inflación del período y el bajo valor
de las piezas propicia que los hallazgos
de monedas del siglo IV sean especialmente abundantes. Las cecas son muy
diversas y predominan las emisiones
occidentales (75%) frente a las orientales (25%).
Una última referencia, que de alguna forma se encuentra aislada
del resto, pero que resulta de gran importancia para el conocimiento
del uso de moneda durante la Antigüedad Tardía valenciana, la proporciona el yacimiento de la Punta de la Illa de Cullera. Los hallazgos
nos informan sobre las monedas en uso durante el siglo VI, lo que resulta excepcional, porque ningún otro yacimiento valenciano cuenta
con una muestra monetal representativa tan tardía. El conjunto revela que se continuaban utilizando las monedas romanas del siglo IV,
pero sobre todo que llegaban piezas vándalas y bizantinas acuñadas
en el norte de África en el siglo VI.
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA
MANUEL GOZALBES
Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia
LA MONETIZACIÓN DEL TERRITORIO VALENCIANO
La Segunda Guerra Púnica supuso en nuestras tierras el comienzo de una disponibilidad efectiva
de monedas y que éstas comenzasen a utilizarse habitualmente como medio de pago. Hasta el inicio
del conflicto, el dinero en forma de moneda había sido poco común; en los intercambios se habían utilizado el trueque y otras formas como la plata en bruto, de la que conocemos recortes y fragmentos informes. Aunque sabemos de algunos hallazgos monetarios anteriores al conflicto, fechables entre ca.
475 y el 237 a.C., son relativamente escasos y cubren un período demasiado prolongado que no permite
hablar de una monetización significativa del mundo ibérico. Se trata fundamentalmente de monedas
griegas de Emporion, Massalia o Sicilia de los siglos V-IV a.C., cartaginesas del siglo III a.C., o de las modestas y pioneras emisiones de Arse que sólo llegaron a conocerse en su entorno más inmediato.
Con el inicio del conflicto llegaron a la península Ibérica dos potencias fuertemente centralizadas
que reunían los requisitos necesarios para llevar a cabo acuñaciones a gran escala. Durante la guerra, los
soldados cobraron con unas monedas que luego utilizaron para pagar los bienes y servicios que consumían en sus relaciones con la población local. Aunque continuaban existiendo otras formas de intercambio o de dinero, la situación propició que mucha gente se habituase rápidamente a la utilización de monedas. Una de las ventajas que incorporaba el uso de las monedas era que tenían un valor garantizado
por la autoridad emisora. Sin embargo, al principio no se obtuvo una confianza total de los usuarios, ya
que encontramos muchas piezas de plata cizalladas con la intención de comprobar su composición metálica. Esto demuestra que la confianza en la calidad de las piezas no era total y que la moneda o sus
fragmentos mantenían su valor después de la comprobación; la plata era un metal apreciado y la importancia de su forma resultaba secundaria. El caso de las monedas de bronce fue diferente y su generalización más novedosa, ya que su carácter más fiduciario implicaba que su valor en circulación era una convención aceptada por todos a partir de un valor intrínseco muy reducido.
Para saber qué monedas se manejaron en nuestras tierras durante la Segunda Guerra Púnica lo
mejor es analizar la composición de los abundantes tesoros que se perdieron en aquellos años fruto
de la inestabilidad reinante (Orpesa, Cheste, Plana de Utiel, Villares, Moixent, Vallada y La Escuera).
En ellos vemos que aparecen fundamentalmente monedas de Emporion, Arse, Massalia y dracmas de
imitación ampuritana, junto a las piezas hispano-cartaginesas y romanas. El sistema monetario
griego de Emporion o Massalia era diferente del hispano-cartaginés y del romano, y por ello durante
algunos años la masa monetaria fue muy heterogénea tanto en lo que se refiere a la plata como al
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA • MANUEL GOZALBES
Denario de Q. MAX. Roma, 127 a.C. [Museo de
Prehistoria de Valencia].
Con la llegada de los romanos los denarios
se convirtieron en la moneda común de
plata. La ceca de Valentia tomó como modelo para sus emisiones la cornucopia que
aparece en el reverso de este denario.
bronce. Al principio de la guerra los romanos acuñaban en plata quadrigati (6,8 g), para pasar poco
después a fabricar denarios de 4,5 g, y victoriatos de 3,4 g que al final del conflicto habían rebajado
su peso hasta los 3,9 y 2,4 g respectivamente. Todas estas piezas llegaron a tierras valencianas. A pesar de la diversidad, todas las monedas debían aceptarse con facilidad, ya que hasta el momento no
había existido en nuestras tierras un sistema monetario propio (con la única excepción de Arse) y
por tanto la posible rigidez de esta situación no era conocida. Al final del conflicto los diferentes sistemas se habían aproximado en alguna medida, pero de poco sirvió ya que el romano fue el que finalmente se impuso como sistema de los vencedores.
EL PERÍODO REPUBLICANO
Las tierras valencianas quedaron incluidas dentro de la Hispania Citerior y por tanto en un contexto monetal plenamente romano. Ello supuso que Roma debía abastecer las necesidades y salarios
de las fuerzas de ocupación en un nuevo territorio, que todavía no estaba completamente controlado. Los levantamientos y resistencia de los iberos durante los primeros años del siglo II a.C. demuestran que la integración no fue inmediata. No obstante, ello no impidió que la población autóctona utilizase la moneda romana como medio habitual de pago si podían disponer de ella. El
hallazgo de ases romanos y de un denario forrado en el fortín ibérico del Puntal dels Llops (Olocau,
Valencia), cuya cronología no supera el 180-175 a.C., muestra esta actitud. En el tesoro de denarios
romanos de Jalance (Valencia), perdido durante estas primeras décadas de ocupación, resulta interesante comprobar que junto con las monedas se guardaron los recortes y fragmentos de plata en
bruto que todavía funcionaban como forma de dinero habitual.
A finales del siglo II a.C. el circulante estaba formado por ases y denarios romanos y por denarios y
una gran diversidad de bronces ibéricos de viejos y nuevos talleres. Las ciudades valencianas que acuñaron moneda cubrieron con ella sus necesidades a muy diferente nivel, como muestran los casos de ArseSaguntum (64%), Saitabi (66%), Kelin (18%) o Valentia (8%). En el resto del territorio sus monedas se mezclaban con las de otros talleres de la zona catalana, andaluza, o más tarde de las cecas del valle del Ebro.
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Los hallazgos de monedas de los siglos II-I a.C. en Kelin muestran un panorama en el que predominan las piezas acuñadas por la propia ciudad, junto a las que aparecen numerosos ejemplares de
Kili, Valentia, Arse-Saguntum, Kese o Cástulo y de muchos otros talleres ibéricos. Las monedas romanas de bronce también están presentes en cantidades significativas.
Mapa de los tesoros de moneda romana encontrados en tierras valencianas. [Tratamiento gráfico A. Sánchez].
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Entre las monedas valencianas, las más abundantes fueron las de Arse-Saguntum, que cubrieron las necesidades de
buena parte de nuestro territorio. La influencia del taller fue
muy significativa en un radio de unos 100 km, y resulta interesante constatar como en Valentia abundaban sus divisores
de bronce, mientras que a Sagunto llegaban monedas de la lejana Saitabi y no de la cercana Valentia. La plata acuñada por
Arse jugó también un papel importante tal y como se comprueba a partir de los tesoros de Vall de Almonacid o de la
c/Sagunt de Valencia.
Tesoro de Jalance (Valencia). Comienzos del siglo II a.C.
El tesoro incluye junto a denarios romanos,
los fragmentos y recortes de plata en bruto
que todavía se utilizaban como dinero en los
intercambios.
Durante la segunda mitad del siglo II a.C. y hasta el final de
las guerras sertorianas en el 72 a.C., las emisiones ibéricas fueron especialmente abundantes y aportaron una gran diversidad
a la masa monetaria valenciana. Tesoros ocultados durante estos años son el tesoro castellonense de Borriol, formado por
bronces ibéricos y los alicantinos de Catxapets y Fonteta del
Sarso (Crevillent) compuestos exclusivamente por denarios republicanos y cuyos ejemplares más recientes se fechan respectivamente en los años 101 y 100 a.C. Los abundantes denarios
ibéricos acuñados a principios del siglo I a.C. en el valle del
Ebro no llegaron a territorio valenciano, que se nutría casi exclusivamente de la plata romana. En relación con las guerras
sertorianas, contamos con el conjunto de denarios romanos de
la c/Salvador de Valencia, que parece estar directamente relacionado con la lucha librada en la ciudad hacia el 75 a.C. Pocos
años más tarde, las guerras cesarianas provocaron la pérdida
de los tesoros de Edeta y Castilblanques, también formados con
plata romana. Vemos pues, que en el siglo I a.C. la moneda en
circulación en tierras valencianas era romana, exclusivamente
en el caso de la plata, mientras que en el caso del bronce se
mezclaba con las abundantes emisiones ibéricas.
LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA ALTOIMPERIAL
As republicano procedente del Puntal dels
Llops (Olocau, Valencia). Hacia 211 a.C. [Museo de Prehistoria de Valencia].
Durante la república la plata que circuló en
tierras valencianas era casi exclusivamente
romana. El bronce al principio llegó en cantidades significativas, pero no tardó en verse
acompañado y sustituido por las diversas
emisiones ibéricas.
Tras la reforma monetaria de Augusto cambiaron muchas cosas. En bronce se reorganizó la producción y se pusieron en funcionamiento numerosos talleres locales en las provincias, que en
el caso de Hispania mantuvieron su actividad sólo hasta el reinado de Claudio. Ilici y Saguntum fueron las únicas cecas valencianas que acuñaron moneda y sus habitantes se nutrieron en
buena medida de esta producción. Sin embargo con ella no se cubría más que una pequeña parte de las necesidades de moneda
de la costa valenciana, que fue cubierta también con la producción de otras ciudades hispanas, fundamentalmente del valle del
Ebro y de la costa mediterránea. Junto a estas producciones el papel jugado por las emisiones de la ceca de Roma fue mas bien
modesto, al situarse en una media próxima al 15%.
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Tesoro de Castilblanques. Segunda
mitad del siglo I a.C. (Cortes de Pallás, Valencia).
Pulsera formada por denarios pertenecientes a un tesoro perdido durante
las guerras cesarianas, y que junto al
conjunto de Llíria, pone de manifiesto
la inestabilidad del período.
Los bronces que circulaban, tenían ahora un carácter propagandístico imperial y la temática de
las emisiones provinciales hispanas otorgaba una personalidad un poco más local al circulante. Este
contexto monetario se mantuvo vigente hasta el final de la dinastía julio-claudia, porque a mediados
del siglo I ya no se acuñaba moneda en Hispania. A partir de entonces la tendencia fue la progresiva
desaparición de estas emisiones autónomas entre el circulante y la paulatina integración en un contexto monetal producido casi íntegramente en Roma. Esta situación, en la que la moneda de oro, la
de plata y la de bronce tenían el mismo origen, se mantuvo plenamente vigente hasta mediados del
siglo III. Los hallazgos relacionados con este contexto altoimperial son de monedas de oro (tesoro de
Torreblanca), de plata (tesoros de Llíria y Alaquàs) y de bronce (tesoros de Horta Seca, Romeu de Sagunt y Dianium). Entre todos ellos destaca el tesoro de Llíria, compuesto por más de 6.000 denarios,
acuñados entre el último tercio del siglo I y comienzos del siglo III.
EL VELLÓN Y LAS REFORMAS
A mediados del siglo III tuvo lugar un importante cambio en el sistema monetario romano, que
desembocó en una práctica desaparición de las monedas de plata y de bronce. Tras unos años de
convivencia, la moneda acuñada durante los siglos I-III fue reemplazada por ‘antoninianos’ o ‘radiados’ de vellón que se fabricaban con una mezcla que tenía mucho cobre y poca plata. La transición
entre ambos sistemas se comprueba en el tesoro del Mas d’Aragó (Castellón), cuya excepcionalidad
radica precisamente en su formación mixta de los antiguos sestercios y los nuevos antoninianos.
As de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) del 44-35 a.C procedente de Carlet. [Museo de Prehistoria de Valencia].
Durante las primeras décadas del siglo I la mayor parte del
bronce en circulación procedía de los talleres hispánicos que
funcionaron entre los reinados de Augusto y Calígula.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Sestercio de Nerón de los años 64-66 procedente de Manises (Valencia).
[Museo de Prehistoria de Valencia].
Con Nerón ya no se acuñaba moneda en Hispania, que se abasteció desde
aquel momento y hasta mediados del siglo III, casi exclusivamente de la
producción del taller de Roma.
Durante estos años comienzan a funcionar nuevas cecas en diferentes lugares del imperio, asociadas generalmente a un abastecimiento del
ejército en zonas fronterizas, iniciando una tendencia a la descentralización de la producción que tenderá a aumentar y que ya no se abandonará.
Los tesoros castellonenses de Les Alqueries, Almenara y Mas d’Aragó contienen entre un 24% y un 56% de monedas acuñadas en la zona de Siria, mostrando que aquí abundaron unas piezas de origen muy remoto por primera vez en nuestra historia monetaria. Las luchas relacionadas con la
usurpación de Póstumo en la Galia, y su paso a Hispania, producido
durante el reinado de Galieno, pudieron ser la causa directa de la pérdida de estos conjuntos.
Poco después los antoninianos de Claudio II, que sólo reinó durante
dos años, son los protagonistas de un panorama similar, protagonizando
un circulante que conocemos gracias al tesoro de la c/Roque Chabás de Valencia y a los numerosos hallazgos esporádicos de monedas de este emperador. La calidad del vellón había disminuido muy rápidamente y hacia el 270 las
imitaciones eran muy abundantes. Entre los antoninianos del Grau Vell de Sagunt, el 37% son irregulares, aunque debemos tener presente que en ocasiones resulta complicado establecer un límite entre lo
oficial y la imitación. Al igual que sucedió en muchas otras partes del imperio occidental, el tipo más
común entre las producciones irregulares fue el de las monedas póstumas de Claudio II.
El descenso de calidad en la producción estatal fue muy notable y por ello las imitaciones se habían integrado con facilidad en el circulante. La moneda oficial intentó
recuperarse y las imitaciones se hicieron menos habituales, lo que propició quizás
en alguna medida que se mitigasen las pérdidas de unas monedas más cuidadas.
Los intentos de recuperación tuvieron poco éxito, y finalmente el sistema monetario fue reformado por Diocleciano, creándose los nuevos folles y sus divisores radiados. Los hallazgos esporádicos de estas monedas de finales del
siglo III y principios del IV son relativamente escasos, tal y como se comprueba en el Grau Vell donde los ejemplares del 284-313 suponen sólo
un 1,63% sobre el total. Conocemos también de estos años dos depósitos monetales muy modestos como son el de la Partida de Mura (5
piezas) y el del Portus Ilicitanus (7 piezas). Entre las cecas imperiales
aparecen ahora como destacados los ejemplares procedentes de Roma,
Ticinum, Carthago y Cyzicus. El cierre de la ceca de Carthago en el 311
impidió que continuase siendo una de las principales abastecedoras de
moneda de la península Ibérica durante el resto de la centuria.
Tesoro de Llíria (Valencia). Inicios del siglo III. [Fot. V. Escrivá].
Formado por más de 6.000 denarios, acuñados entre los reinados de Nerón y Caracalla,
es uno de los tesoros más importantes que se conocen de época romana.
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LA CIRCULACIÓN MONETARIA • MANUEL GOZALBES
LAS PECULIARIDADES DEL BAJO IMPERIO
Hablar de hallazgos de monedas del siglo IV es referirse a piezas de bronce de las que desconocemos su nombre y que convencionalmente llamamos con el término genérico de nummi. Los cambios
más significativos de la producción monetaria de este período se refieren a constantes variaciones en
la metrología de las piezas, en su sistema de fraccionamiento y a la casi exclusiva temática militar de
sus tipos. Los pormenores de estos cambios son prescindibles en una visión general de la circulación
de estas monedas en nuestras tierras.
Hay que destacar que los hallazgos de monedas del siglo IV son en líneas generales los más frecuentes del mundo romano y que vuelven a ser comunes las imitaciones en nuestras tierras, del
mismo modo que lo fueron en el resto del imperio. La enorme producción, causa y efecto de la inflación de la época, unida al bajo valor de las piezas, hizo que su custodia fuese más descuidada que la
de otras monedas en períodos precedentes.
Los hallazgos de acuñaciones de la dinastía de Constantino son muy comunes. De ellas destaca su
reducido tamaño y peso, y la facilidad con que llegaron a nuestras tierras las piezas de todos los talleres
que produjeron moneda imperial. Fue una tónica mantenida durante un siglo en que el circulante de
cualquier provincia estaba formado por piezas de muy diverso
origen. Las tierras valencianas recibieron su aporte tanto de
talleres occidentales como orientales, aunque el porcentaje
de estos últimos fue sensiblemente menor, situándose
entre el 23,5% del Grau Vell y el 29% del Portus Ilicitanus. De las cecas occidentales las más comunes fueron Roma, Arelate y Treveri, y de las orientales
Constantinopla y Cyzicus. Junto a ellas llegaron
en menores cantidades piezas de Londinium, Lugdunum, Aquileia, Ticinum, Siscia, Sirmium, Tesalónica, Antioquía, Alejandría y Heraclea. Resulta curioso señalar que las tierras valencianas no han
proporcionado ningún tesoro de las décadas centrales del siglo IV, ya que entre el conjunto de la Partida de Mura (301) y el de Monforte B (ca. 388) no tenemos constancia de ningún hallazgo.
Uno de los indicadores más claros del contexto monetal de la segunda mitad del siglo IV es la presencia del tipo
FEL TEMP REPARATIO que tras su aparición en el 348 y el desarrollo de
sus múltiples variantes, pasó a protagonizar de forma muy significativa el circulante valenciano tanto en su forma oficial como en la de
imitaciones. Los reversos más comunes son los típicos del jinete clavando su lanza sobre un guerrero caído. A partir del 378 se produjo el
nuevo tipo REPARATIO REIPVB que fue el protagonista del circulante durante las últimas décadas del siglo IV y las primeras del V, también en
sus formas oficial e irregular, con su diseño del emperador ayudando
a una figura de una mujer arrodillada con corona torreada a levantarse.
Tesoro de Alqueries, Vila-real (Castellón). Hacia 265. [Museo de Bellas Artes de Castellón].
Los antoninianos acabaron con el sistema monetario altoimperial y protagonizaron el circulante durante unos
treinta y cinco años en la segunda mitad del siglo III . Fueron acuñados en
mayor número de cecas y en calidades
muy diversas.
Los tesoros de finales de siglo sintetizan de alguna forma las características de la moneda en
circulación durante este siglo, el de Monforte B, representativo de la heterogénea masa monetaria
de la mayor parte del siglo, y el de La Balsa de Camporrobles que muestra del circulante de finales
de la centuria con la presencia de los tipos REPARATIO REIPVB y GLORIA ROMANORVM.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Tesoro de La Alcudia d’Elx , Alicante.
Inicios del siglo V. [Museu de L’Alcudia
d’Elx].
Es el único tesoro valenciano que se conserva de monedas romanas de oro,
acompañadas en este caso por joyas.
Aunque circulaban, las monedas de oro
se perdían menos porque se custodiaban
con mayor celo que las de otros metales.
La información disponible para el siglo V únicamente nos
permite profundizar algo en las dos primeras décadas, ya que en
el transcurso de estos primeros años la información de hallazgos
en contextos estratigráficos se diluye rápidamente hasta desaparecer por completo. El cambio político con la llegada a la península Ibérica de suevos, vándalos y alanos en el 409 parece ser determinante en este cese del aprovisionamiento. Aunque los
hallazgos esporádicos de piezas acuñadas durante estos años
son muy escasos, debemos considerar que se trata de un momento en el que parece que utilizaron intensamente las monedas
de períodos precedentes, a pesar de que en algunos casos existieron prohibiciones explícitas respecto a su uso. A estos años pertenece el tesoro de La Alcudia de Elche del 406, que formado por
tres monedas y joyas es el único tesoro de oro del período romano que conservamos. En el extremo opuesto encontramos el
tesorillo de la c/Avellanas de Valencia, compuesto por los bronces conocidos como AE 4, que muestran las características de un
circulante en el que las piezas son de un tamaño diminuto y
donde ni siquiera su acumulación da la impresión de ser representativa del concepto riqueza.
Nummus de Constantino del año 321
procedente del Corral de la Negra (Bélgida, Valencia). [Museo de Prehistoria
de Valencia].
La inflación del período y el bajo valor
de las piezas propicia que los hallazgos
de monedas del siglo IV sean especialmente abundantes. Las cecas son muy
diversas y predominan las emisiones
occidentales (75%) frente a las orientales (25%).
Una última referencia, que de alguna forma se encuentra aislada
del resto, pero que resulta de gran importancia para el conocimiento
del uso de moneda durante la Antigüedad Tardía valenciana, la proporciona el yacimiento de la Punta de la Illa de Cullera. Los hallazgos
nos informan sobre las monedas en uso durante el siglo VI, lo que resulta excepcional, porque ningún otro yacimiento valenciano cuenta
con una muestra monetal representativa tan tardía. El conjunto revela que se continuaban utilizando las monedas romanas del siglo IV,
pero sobre todo que llegaban piezas vándalas y bizantinas acuñadas
en el norte de África en el siglo VI.
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